A bocajarro

Opinión:

"A bocajarro" no es la clase de libro de estilo mainstream que abunda en las mesas de novedades hoy en día. Se trata de una novela, por el contrario, que hay que leer con pausa, ya que tiene un estilo muy literario, con un lenguaje cuidado repleto de metáforas y referencias de crítica social y con un ritmo lento, salpicado de tanto en tanto con algún toquecillo de humor.

Esto puede hacer que a algunos lectores que buscan algo más ligero y repleto de emociones, acción y pasiones no les guste demasiado esta lectura. En contraste, habrá a otro tipo de lectores que valoren más la calidad del texto que están leyendo y lo disfruten más.

"A bocajarro" tampoco es el típico libro que pone el foco en los policías asignados al caso, que no tienen grandes traumas o defectos de personalidad en un intento de que caigan bien al lector y se dé pie a una serie de libros con el mismo protagonista. El autor huye de esos clichés y también del de policía que aborda los casos con métodos poco convencionales. José Manuel del Río, abogado penalista, conoce los procesos de cómo funciona el sistema y no se inventa virguerías extrañas para hacer avanzar el caso. No le hace falta porque tiene un as en la manga: la madre de la fallecida ha decidido abrir sus propias líneas de investigación.

En la familia hay mucha chicha, y poco a poco van tomando protagonismo. Son gente normal, pero pronto queda claro que tienen un pasado y que, aunque dicho pasado no tenga necesariamente que ver con el asesinato de su hija, una niña modélica en todos los aspectos, sí que pueden utilizarlo para abordar lo que pasó. Su empeño en intentar entender, fuera de los lentos cauces oficiales, de los que no se fían, quién mató a su hija y por qué motiva al lector más que la subtrama de la investigación oficial, más encorsetada por los procedimientos. Aunque sí que es verdad que hay demasiadas cosas oportunamente relacionadas.

A través de esas dos subtramas contrapuestas, visitamos un Madrid degradado y dominado por la violencia, donde la prostitución y las drogas hacen estragos. El final, como todo en la novela, también resulta diferente y poco visto.

En definitiva, es un libro para lectores exigentes, algo lento, pero con bastantes puntos de originalidad con respecto a lo que se puede encontrar en el mercado.

Déborah F. Muñoz