Nuestra parte de noche

Opinión:

La primera edición se hizo en noviembre del 2019, y un mes después ya tuvieron que hacer la segunda. ¿No os dice eso algo? No es sólo que sea premio Herralde de Novela, es que si no lo has leído te estás perdiendo una de las mejores novelas que he leído en mi vida, y después de tantas lecturas, para decir yo esto… ya podéis imaginaros.

Es importante aclarar que si bien entra en el género terror y se dice que es de miedo, no es una novela de terror al uso, de hecho no da miedo, sin embargo tiene escenas horripilantes y la trama es terrorífica. ¿Qué cómo se come esto? Ahí va la respuesta: Mariana Enríquez tiene una capacidad para convertir lo sobrenatural en normal que no puedes más que alabarla. ¿Cómo va a dar miedo algo que es natural? Así, los personajes están acostumbrados a vivir esa vida que no vive la gente normal, que solo los iniciados o los pertenecientes a la misma logia conocen y exploran, y entienden como naturales los sacrificios, las puertas infernales (o lo que sea esto que hay al otro lado), o los 'regalos' que el protagonista recibe y que muestra a su hijo, y que también éste verá el peor día de su vida cuando sea él quien abra una puerta y pierda ahí a una de sus mejores amigas. ¿Qué son esos "regalos"? Como van entrecomillados ya podéis imaginar que no es un marco para fotos ni un pantalón ni una estilográfica. Es algo que está al otro lado de las puertas mágicas. Porque esta novela habla de magia, pero de la negra, magia negra que requiere sacrificios, que encuentra lo que busca en el sufrimiento, que busca lo que quiere porque se emplea para encontrar la inmortalidad… Magia oscura, peligrosa, que invoca demonios o dioses, que come, que arranca, que mata o que protege. Y nada de lo narrado se siente extraño en esta novela porque está implementado como algo cotidiano y normalizado hasta el extremo de que tú, como lector, tampoco te espantas.

Tengo la impresión de que esta novela no se me va a olvidar nunca. Tiene demasiadas cosas que me atraen, y no hablo solo de lo extraño, lo esotérico y lo oscuro. Son los personajes, el estilo, las historias, las escenas espeluznantes, la naturalidad con la que se cuenta el horror, y todo mezclado con un realismo importante; es como si te enteras de que existe otra vida que te está pasando desapercibida pero que ha estado siempre ahí, oscura y peligrosa, y que a ti te aterrorizaría (y por eso no puedes formar parte de ellos, porque para ellos es normal, lo cotidiano, y para ti es infernal).

La novela está dividida en varias partes. En la primera conocemos a Juan y a su pequeño Gaspar, el viaje que hacen juntos y cómo el padre decide protegerlo. En otra parte se pega un salto al pasado para que veamos cómo se conocieron los padres de Gaspar, Juan y Rosario. Conociendo esa historia se entienden muchas cosas, por ejemplo que lo anormal sea normal en sus vidas. Otro salto nos lleva a un Gaspar adolescente que tiene amigos (Vicky, Adela y Pablo), un Gaspar que empieza a odiar a su padre enfermo, un Gaspar que está deseando cambiar de vida y ser adoptado por su tío para alejarse de la enfermedad y de un trauma que comienza al entrar en una casa de la calle Villarreal cuya puerta nunca debió abrir. Un trauma que nunca se convertirá en cicatriz. Una penúltima parte está dedicada a una periodista que da con la historia de Adela y Gaspar por casualidad, que se obsesiona con ella y que… mejor no os lo cuento porque ahí flipáis. El final de su historia es otra de mis partes favoritas. Finalmente Gaspar crece y se independiza, pero no abandona del todo a su tío Luis, su padre adoptivo, y eso hace que haya un vínculo por el cual puedan encontrarlo.

Destacaría también el personaje de Juan, enfermo del corazón, operado muchas veces, médium esclavo… un hombre que ama a su hijo pero no se prodiga en cariño, un hombre cuyo hijo le adora pero también le tiene miedo. ¿Cómo no tenerlo si es capaz de hacerle daño? Tan grande, tan rubio, tan maravilloso, tan poderoso… pero también tan furioso. Juan es, para qué engañarnos, perturbador.

Las puertas que abrimos no valen nada, solo son puertas, pero cuando son Juan o su hijo Gaspar quienes las abren, eso es harina de otro costal. Puertas a otra (ir)realidad. Una de esas puertas será el trauma más grande que arrastrará Gaspar toda su vida. Apenas tiene once años y junto a sus amigos (Vicky, Adela y Pablo) va, en plan excursión misteriosa, a una casa abandonada. Si la puerta la hubiera abierto Vicky no habría pasado nada, pero la abre Gaspar y, al hacerlo, entran en un espacio sobrenatural que les aterra, pero también donde pierden para siempre a Adela. Esa culpa no la perderá jamás, vivirá con él atormentándole día a día.

La familia materna así como la logia a la que pertenecen, todos inmersos en cultos esotéricos, y especialmente la abuela de Gaspar (Mercedes), el amigo de su padre (Stephen) y la madre de éste (Florence) y el hijo pequeño (un sacrificio inútil), son los personajes más interesantes de la trama. La maldad personificada está en la abuela Mercedes, un ser repugnante por dentro y por fuera. Stephen será el único que ayude siempre a Juan, también le ama, como le amó Rosario, la madre de Gaspar, antes de morir.

Destaco, cómo no, ese otro lado, lo que hay y se ve detrás de cada puerta que solo el poder del médium es capaz de abrir. En esa parte hay escenas tan grotescas que tienes casi la impresión de estar en la mente del Bosco.

Y para destacar a lo grande, cómo hacen volver a Gaspar a la casa materna. Decía antes que Luis es el vínculo mediante el cual podrían hacer volver a Gaspar para usarlo, porque ese es el fin, si no está Juan les vale Gaspar. No hay más. Eso y mucha maldad. La escena de Juan en el hospital y la radiografía es tan brutal que dudo que se me olvide jamás, es perversa pero también una de las más significativas que he leído. El simbolismo parece formar parte de la novela; daos cuenta de un detalle: la casa donde se abre una puerta a una irrealidad impensable, está en la calle Villarreal.

El final es de los mejores que podía imaginar, es un final de oro, de esos que te hacen soltar el aire y decir "¡Sí, sí, sí! ¡Bien!". Qué a gusto debió quedarse Mariana Enríquez y qué emoción leer esas últimas páginas.

Si hoy me preguntaran qué libro te hubiera gustado escribir -que escribió otro- diría "Nuestra parte de noche" de Mariana Enríquez, cambiando éste por el título que he dicho siempre. Ha superado mis expectativas y más. Apuntad adjetivos que la definen: asombrosa, impactante, fascinante, brillante, perturbadora, brutal, perversa, maravillosa, indispensable, aterradora, inquietante, fantástica, tremenda, deslumbrante… magnífica.

Libro súper, súper y tres veces súper recomendado.

Anika Lillo

Foto homenaje: