Los arcos del agua

Opinión:

Montse Barderi nos presenta en esta obra a un protagonista un tanto atípico. Se trata de Lucio Antíoco Póstumo, quien a pesar de ser miembro de la clase acomodada, siente una gran pasión por la arquitectura, profesión que en aquella época se consideraba como propia de la clases más bajas.

Gracias a esta pasión se hizo discípulo de Arístides, quien tiene que viajar a España para hacer cargo de la construcción de uno de los acueductos más emblemáticos: el acueducto de Segovia.

La relación que une a a Lucio con su maestro va más allá de la propia muerte, pues será Arístides quien le acompañará en su gran viaje interior, lo que producirá los diálogos más interesantes de la narración, la cual se apoya bastante en estos debates filosóficos.

Lucio viajará a Hispania para terminar el encargo de su viejo amigo. Una vez en el lugar nada será como tenía previsto, pues tendrá que enfrentarse a sí mismo, a los poderes locales, a fanáticos y al amor.

Nuestro protagonista tendrá que ir descifrando, y nosotros con él, una serie de pistas que su mentor le ha dejado.

Los personajes son bastante creíbles, por lo menos el protagonista, que es con quien más empatizamos.

Ciertas partes de la historia pueden considerarse fantasiosas, pero la autora también tiene derecho a tomarse alguna licencia para añadir más suspense a la intriga ya generada.

Además podemos entender la historia como una llamada sobre la cultura clásica: el amor por los filósofos, los números; y la enseñanza de unos valores supremos: respeto, justicia y tolerancia.

La narración tiene un ritmo ágil, ya que la escritura es sencilla y adaptada a todo tipo de público, de ahí que en ocasiones nos encontremos con términos, expresiones o incluso utensilios que no son propios de la época en que la misma se desarrolla, lo que puede hacer decaer la lectura en los más puritanos amantes de la novela histórica. Si embargo, estos encontrarán al final de la historia una pequeña bibliografía para profundizar un poco más sobre el Acueducto de Segovia.

Tal vez no hay que entender esta novela como histórica, sino como una historia de intriga que tiene lugar en una época determinada, y que le sirve a la autora para dar a conocer ciertos datos sobre el momento y el origen de un monumento, cuando menos grandioso; además de hacernos reflexionar sobre ciertos temas. Quizá esto último es lo que más prima a lo largo de la novela: la filosofía, la reflexión, la forma de entender la vida. Así, podríamos hablar mejor de una novela filosófica que se desarrolla en la Hispania del siglo I, ya que además la misma termina con las llamadas trece lecciones de Arístides.

La historia es entretenida y amena, y el hecho de que aúne intriga, historia y amor, le hace ganar muchos puntos.

Para terminar os dejo una frase que me ha encantado, entre otras: "La ignorancia es una de las puertas por las que entra el mal".

Mila L. Castelo