Literatura universal

Opinión:

"Literatura universal" es un libro difícil de seguir desde el primer momento. A modo -más paródico que imitativo- de crónica generacional, el antiguo integrante de "Loquillo y Los Trogloditas", Sabino Méndez, relata unos recuerdos ficticios que se inician en la juventud. Los pone en boca de un personaje al que podríamos considerar un álter ego del autor, pues es un anagrama de su propio nombre, Simón B. Sáenz Madero, cuya conciencia se va diluyendo y desintegrando, como etérea, a lo largo de la obra.

Todo comienza en los años setenta. Tres jóvenes con ansias de libertad se conocen en la escuela y deciden romper con las cadenas del tardofranquismo. Su metamorfosis se inicia en los bares de la calle Tallers (Barcelona), y llega a su punto álgido en el éxodo que hace todo el grupo a Mallorca, tierra de hippies y liberación en aquella época. Huyendo de sus respectivas familias, pasan allí un verano de vagabundeo y autodescubrimiento, donde aprenden sobre la vida, el sexo, las drogas y la amistad, al mismo tiempo que traban lazos con gente de todas partes.

Diría que ese es el punto de máximo esplendor de la novela. Tras ello, paulatinamente, todo se va derivando hacia el caos: el traslado a Madrid para vivir la "movida", los éxitos en tanto que artistas del rock o de la escritura, sus relaciones matrimoniales y sus recuerdos. De hecho, Sabino Méndez reflexiona aquí, no en vano, sobre el proceder de su generación -los nacidos en torno a los años sesenta-. Muchos de ellos, como los personajes de esta novela, vivieron una adolescencia explosiva y gloriosa que acabó desembocando en una madurez vacía. Al crecer, no podían abandonar el recuerdo adictivo de las drogas ni la dulce adrenalina del desenfreno, de la misma manera que no podían construir sus vidas de una manera estable.

Me atrevería a decir que, en la línea de ese desenfreno, uno de los temas más reiterados en la novela es la sensualidad, hasta el punto de hacerse una apología de la promiscuidad universal. Sin embargo, el tema principal, como ya adelanta el título de la novela, "Literatura universal", es la literatura. La literatura como salvación, casi como religión doctrinal. E incluso la literatura teñida de una sensualidad que la percibe como amada, como el único amor verdadero de la vida.

Porque, a pesar del tiempo, en toda esta historia lo único que perdura es la literatura, y esta misma acaba siendo la unión de sus personajes en cualquier década, mediante tertulias, canciones, libros y poemas. Todos escriben y leen para evadirse de ese spleen que los llena por dentro. Y Sabino Méndez decora este vaivén literario con una técnica sumamente innovadora: la intertextualidad.

No son pocos los críticos que apuntan a que la principal característica de la literatura contemporánea es la intertextualidad, esa capacidad de los libros por hablar los unos de los otros. Pues, en "Literatura universal", Méndez incorpora entre sus páginas las citas de centenares de obras famosas, anotadas a pie de página, sin más efectismo que jugar, de la misma manera que juega en ocasiones con la voz narrativa -de primera persona a tercera, o incluso a segunda- o con la búsqueda de un interlocutor que nunca aparece.

No en vano, se podría decir que el autor juega con el arte de escribir, con el lector y con la literatura en general, a modo de novela experimental. Y todo ello con el único objetivo de crear arte, de superarse a sí mismo y entrar en el panteón de las letras castellanas. Seamos realistas: Sabino Méndez ha conseguido lo que se proponía.

Darío Luque