La marca de la sangre (Serie Kay Scarpetta)

Opinión:

En el día de su cumpleaños la doctora Kay Scarpetta se dispone a emprender unas pequeñas vacaciones junto a Benton, experto en perfiles criminológicos del FBI, cuando le comunican las circunstancias de un nuevo asesinato a manos de un francotirador. Ante la cercanía de los hechos con su domicilio le previenen para que se aleje del exterior. Kay, que acaba de descubrir siete monedas en el jardín de su casa, sabe que el regalo de su marido tendrá que esperar. La similitud con otros casos recientes y el recuerdo de unos versos recibidos en su correo ponen su instinto a trabajar; lo primero es recabar pruebas y no dejarse influenciar por absurdas conspiraciones ni por las rápidas deducciones de sus compañeros que ya piensan en un asesino en serie.

La disputa entre dos de sus compañeros, los inspectores Marino y Machado, es una de las subtramas que nos encontramos en este nuevo episodio de la serie; los dos agentes se empeñan en llevar la investigación por su lado, lo que da lugar a mucho diálogo entre Scarpetta y Mariano donde irán desgranando asuntos pendientes que acontecen de manera paralela al caso principal. El lector tendrá que estar atento porque entre medias también comentan detalles de la investigación. Aun así es fácil meterse en la piel de cada uno y separar las dos conversaciones.

En el plano científico, los análisis de la doctora Scarpetta están centrados en el tema balístico y los rifles de gran alcance, por lo que acudiremos junto a ella a efectuar experimentos que determinen algo más acerca del perfil del asesino. La mesa de autopsias queda en un segundo plano, pero tampoco nos libramos de las clases de anatomía y de las descripciones que tan popular han hecho a la autora.

Uno de los temas en los que más se hace hincapié es el uso de las redes sociales para el robo de datos particulares y lo sencillo que resulta apropiarse de los perfiles de personas fallecidas para suplantar sus identidades. El rastreo de los móviles, el uso fraudulento de tarjetas de crédito o la inmediatez de los tuits juegan un papel importante en el transcurso de la novela.

Lucy tiene un papel destacado en la trama. Sus grandes beneficios gracias a su empresa informática, le han proporcionado caprichos como sus coches y el nuevo helicóptero que pilota, pero también le han hecho merecedora de una persecución de alguno de sus antiguos compañeros que incluso le llegan a acusar de estar detrás de los asesinatos; sus más cercanos están convencidos de que alguien la quiere incriminar. Junto a Benton, y a espaldas de Kay Scarpetta, rastrea en la red en busca de un sospechoso; alguien que creían muerto y al que responsabilizan de estar acosando al entorno de Lucy y de la doctora.

¿Quién será la siguiente víctima?

La respuesta podría resultar sencilla si Patricia Cornwell no jugase con nosotros al igual que lo hacen los sospechosos de esta trama con el equipo de Kay Scarpetta. A ambos, lectores y protagonistas, se nos acumula la lista de posibles candidatos, tanto del entorno de la doctora como de los personajes que están siendo investigados. Una camioneta misteriosa, el detective de una compañía de seguros o las fechorías del hijo de un congresista son suficientes para que la intriga sea uno de los platos fuertes de este episodio.

En esta entrega, la autora se ha empeñado en que no demos fácilmente con el culpable ni intuyamos los siguientes pasos, lo que supone que el ritmo de lectura que nos imponemos vaya en aumento. Si alguien llegase a pensar que su creatividad está acabada, erraría; pues Patricia Cornwell no deja de sorprendernos, manteniendo su poder de atracción con cada nueva novela. En ésta además nos queda una última sorpresa que definitivamente nos hará que deseamos continuar con la serie muy pronto.

Porlomenix