Érase una vez un canalla. Saga Calaveras redimidos 3

Opinión:

"Érase una vez un canalla" es la tercera entrega de la serie "Calaveras redimidos", situada como las anteriores en 1814, ahora ya en el otoño, pues un protagonista de esta entrega es el capitán Hawkins, que había participado con su barco, el Céfiro, en los viajes de la pareja protagonista de la segunda entrega y, tras dejarlos en Gran Bretaña, pronto le surge una nueva singladura.

Tal como está de alguna manera enlazada con la anterior, un personaje secundario en la anterior, Lord Kirkland, abre también en esta ocasión con una propuesta para que el capitán Hawkins vuelva a hacerse a la mar, aunque con mucho más peligro, ya que le va a tocar bregar con piratas berberiscos.

Sobre el grupo de cinco amiguetes, esos "Calaveras redimidos", cabe decir que hay un momento que aparece uno de ellos, que todavía estaba oculto, aunque su recorrido como personaje es un tanto escueto y enseguida vuelve a sus quehaceres habituales, de donde me da que no saldrá mucho, como no sea que repita como secundario, pues, tal como he comprobado, no aparece como protagonista en las dos siguientes entregas de esta serie, todavía sin traducir al español, aunque faltaría ver si todavía habrá algún título más.

Respecto al lugar de la acción, rápidamente se traslada desde Gran Bretaña hasta Argel, con una primera visita a un harén. Más tarde empezará una azarosa y apretujada travesía por mar, con algunas aventuras intermedias, hasta llegar a Constantinopla, lugar donde tendría que producirse finalmente el desenlace con más o menos fortuna, lo que me reservo para no estropear la intriga.

En esta entrega hay algún detalle que me ha parecido un tanto forzado, aunque fuese necesario para el buen desarrollo de la trama. Por una parte, la travesía en un barco velero, que no se supone demasiado grande y que va repleto, entre tripulantes, pasajeros y una colección de animales exóticos, pero donde se mantiene una cierta intimidad, sin que nadie se entere de las movidas y los paseos nocturnos. Por otra parte, el desenlace puede ser apoteósico, de hecho lo es, pero también lo que va ocurriendo es demasiado oportuno en cada momento, por lo que lo mejor es dejarse llevar por la situación, disfrutarla a tope, que eso es seguro y por ahí no me quejo en absoluto, y no pensar mucho en analizarla.

Lo que sí se mantiene durante casi todo el libro es la tensión sexual entre la pareja protagonista, puesto que se conocen ya al principio, pero las circunstancias impiden un mayor acercamiento, ya que realmente ella es una esclava, con una virginidad además que se cotiza muy alto en ese ambiente.

Claro que esta es una novela romántica y, aunque haya pérdidas, tiene que acabar medianamente bien, pero lo que es la intimidad tarda en llegar, pues hasta la última página no quedan las cosas bien encarriladas.

Por cierto, hay también un personaje secundario por ahí, alguien a quien encuentran en Constantinopla, que compartirá protagonismo en la siguiente entrega con otro del grupo de los "Calaveras redimidos".

En la línea con lo que mencionaba antes, esta entrega tiene momentos memorables y otros no tanto; igualmente, lo que sí puedo decir es que "Érase un canalla" me ha parecido una novela tan entretenida como movida, ya que apenas paran quietos en ningún momento, que absorbe la atención por completo mientras el lector sigue las peripecias de la pareja protagonista.

Selin