La condesa de Padura

Opinión:

Rebeca Viguri nos ofrece una historia en la que se alternan el amor, las aventuras, la política, las guerrillas, el odio, la venganza, el poder y la desazón de una época, cuyo máximo exponente es una mujer adelantada a su momento, y que nos muestra las dificultades a las que todas las féminas de la época tenían que enfrentarse día tras día, más si como nuestra protagonista pretendían salir adelante sin un hombre que las protegiese.

La novela comienza en el año 1834, momento en el que sabemos que la condesa de Padura se encuentra viajando a San Juan de Acre para cumplir con una misión secreta, encomendada por la reina María Cristina y avalada por Juan Álvarez Mendizábal, de quien había sido amante.

El relato de esta misión se alterna con lo acontecido a la joven condesa doce años atrás, cuando tuvo que tomar las riendas de su vida tras la muerte de su abuelo. En esta parte veremos los problemas que tuvo que afrontar, muchos de ellos originados por su ascendencia española y judía. Averiguaremos cómo se convirtió en aristócrata gracias a la ayuda del rey Luis XVIII y cómo, gracias a la ayuda de Alexandre Dumas, consiguió salir indemne de las argucias del obispo Du Croÿ. Veremos cómo tuvo que enfrentarse a los Grimaldi, banqueros desde antiguo, para poder organizar su fortuna.

A través de las distintas conversaciones y recuerdos de la condesa veremos la imagen de una España sumida en una guerra cainita, en la que ella es un eslabón más del que alguien se quiere deshacer por sus conocimientos y su poder.

La autora utiliza los escenarios históricos y la ambientación, no solo para contar una historia de aventuras, sino para hacernos reflexionar sobre el coraje y el valor de las mujeres, y mostrarnos como la España de hoy día es sucesora de la España bipartidista de aquel entonces.

Lo mejor de la novela es sin duda su protagonista, una mujer que no sucumbe al desánimo, que luchará hasta al final, y que se ha forjado a base de traiciones y dolor, que ha aprendido a desconfiar de todos y cuyo mayor anhelo es encontrar el amor de verdad, un amor que la deje ser libre y que no la condicione. Una mujer valiente que sabe aprender de sus errores y que decide no mirar nunca atrás. En resumen, un personaje complejo en su totalidad.

Para la creación de esta fantástica figura, la autora se ha basado en un personaje de Benito Pérez Galdós que aparece en uno de sus Episodios Nacionales, lo que explica en las nota finales de la novela.

La novela no sólo se apuntala en el gran papel de la condesa de Padura, sino en los diversos escenarios por los que se desarrolla: París, Jerusalén, Montecarlo... 

La autora consigue que nos metamos de lleno en la historia desde el primer momento gracias a su forma amena de narrar y a su lenguaje sencillo. El ritmo es fluido y muy dinámico.

Sin embargo, a veces puede llegar a desesperar al lector cuando empieza a realizar enumeraciones excesivas que podrían simplificarse o exponerse de otra forma, haciendo en estos momento que la lectura se haga un poco pesada.

Resumiendo, una buena combinación de aventuras, misterio, amor, acción, donde realidad y ficción se entremezclan, y donde una mujer es el verdadero artífice de la historia.

Mila L. Castelo