Fidelidad

Opinión:

Marco Missiroli es, posiblemente, uno de los escritores jóvenes más leídos en toda Europa desde que publicara en 2005 la aclamada novela "Senza coda", seguida luego por "Il buio addosso", "Bianco", "El destino del elefante" y, hace pocos años, "Actos obscenos en lugar privado". Su estilo coloquial, sus abundantes referencias a una alta cultura y su dominio de los escenarios más cotidianos (en especial los que se vinculan con la temática amorosa) lo han convertido en un referente para toda su generación. La editorial Duomo ofrece ahora la traducción de "Fidelidad", su última novela, con la que Missiroli ha sido finalista del prestigioso Premio Strega Jóvenes, y de la cual Netflix ya ha comprado los derechos para convertirla en serie.

La voz de Sofía es la primera que oímos en la novela, dispuesta intencionadamente por el autor para despertar la malicia de sus lectores: la alumna de Carlo habla sin miramientos sobre los celos que, aparentemente, siente Margherita hacia ella. Entre conversaciones y pensamientos, y con la ayuda de un narrador cómplice, no tardamos en descubrir el suceso que la contraportada ya había anticipado: Carlo y Sofía, profesor y alumna, han sido descubiertos en una actitud aparentemente erótica y la noticia de su 'acercamiento' ha llegado hasta la dirección de la universidad, y también hasta su mujer. Ambos lo han justificado lo mejor que han podido: Sofía se habría mareado y él se habría acercado para ayudarla. ¿Creerán sus superiores esta versión? ¿La creerá Margherita? ¿Y los lectores?

Conforme avanza la novela, descubrimos que, en efecto, el acto sexual no llegó a consumarse (ni siquiera el romántico), pero sí hubo intenciones por parte de ambos personajes. Tras ese peligro inicial, Carlo empieza a incubar una terrible duda que puede marcar tanto su relación con Margherita como su relación consigo mismo: ¿será mejor una infidelidad casual, momentánea, que luego quede en el olvido, o bien resistirse a la tentación y vivir siempre obsesionado con Sofía, pensando día y noche en ella y regresando a sus lugares? La decisión no es fácil: están en juego la fidelidad a su pareja, pero también la fidelidad a sí mismo, a la imagen que él tiene de su identidad, cuya naturaleza depende de cada una de sus acciones. Ahora bien, la tentación de Carlo no será la única que articule el eje narrativo de "Fidelidad", pues también Margherita, al ser consciente de la posible infidelidad de su pareja, busca sublimar su desazón en otro cuerpo, concretamente en el de Andrea, su fisioterapeuta.

Pese a que la novela oscila una y otra vez entre los dos polos que conforman la tentación y la perseverancia, Marco Missiroli evita dar vueltas siempre sobre los mismos escenarios, de modo que el narrador se va acercando de forma aislada a cada uno de los cuatro personajes (Carlo, Margherita, Sofía y Andrea). En cada uno de esos acercamientos, se nos ofrece un cuadro, a veces más costumbrista y otras veces más romántico, en torno a la familia y a la vida diaria del personaje en cuestión. Ello nos permite conocer a la sabia Anna, suegra de Carlo, y también al padre de Sofía, que con tanto tesón la espera en su ferretería. Quizás el personaje de Andrea es el que queda más desdibujado, no por su rol en la novela, sino por todas las tramas que Missiroli intenta abrir a colación de este personaje y después no cierra con esmero.

A decir verdad, "Fidelidad" deja un regusto agridulce en el lector, ya no solo por los temas que trata y por el tono siempre melancólico de su narración. En esta ocasión, Marco Missiroli ha optado por alejarse de la novelística culta y bien hecha y, en cambio, nos ha ofrecido una obra menos redonda de lo que nos tenía acostumbrados, pues no en pocas ocasiones el lector astuto es capaz de entrever las costuras del relato. Pese a ser una buena novela, "Fidelidad" supone, sino un paso hacia atrás, sí un paso hacia ningún lado en la trayectoria del autor.

Darío Luque