Extraños en el tren nocturno

Opinión:

Emily Barr, con independencia del éxito que haya alcanzado a fecha de hoy, necesita mostrar más si quiere que el Tiempo la catalogue de buena escritora de suspense. Si bien "Extraños en el tren nocturno" es una lectura con la que entretenerse, el lector no hallará en ella esa novela que cautive o que quede en la memoria.

Inquieta a rachas. A arreones, por momentos. La autora posee ese estilo necesario para mantener al lector enganchado a las páginas, pero no es un estilo que se mantenga a lo largo de la trama. El hecho de que aparezca por momentos, como recordatorios, no ayuda a que en su totalidad la obra se convierta en una obra atrayente.

Para empezar, el punto aquel en que el problema principal aparece no se produce hasta pasadas las ciento cincuenta páginas. La autora tiene una clara intención de, además de mostrar al lector una historia de suspense, enmarcar a una Lara Finch que vive atascada en un mundo al que percibe que no pertenece. Convive con alguien que la hastía, en un pueblo tranquilo pero alejado del ajetreo de la gran ciudad, sin trabajar. Sin duda la autora busca dar una "literariedad" que llene esa simple obra de entretenimiento. Sin embargo, fracasa en algunos aspectos de la creación. Los personajes, por ejemplo, dan la sensación de ser prácticamente los mismos. Incluso las dos narradoras - Lara e Iris - parecen a veces la misma persona. Crear diferentes narradores para elaborar suspense es una gran táctica, pero peligrosa y difícil. Aparte, hay como dos o tres personajes con la misma actitud hacia los insultos: prácticamente con las mismas palabras, aseguran que sólo insultan en momentos de tensión pero que normalmente son comedidos con las palabras.

El final carece de apoteosis. Aunque, como se ha mencionado, se esparcen elementos para mantener al lector intrigado, uno acaba prediciendo cómo va a finalizar la historia. De hecho, el antagonista hace su aparición sesenta páginas antes del final, y prácticamente todo lo que viene después es paja. De hecho, gran parte de lo que aparece es paja. Con menos repeticiones o reiteraciones y algo más de movimiento la novela produciría un efecto mucho más hirviente y revoltoso, en el buen sentido de la palabra.

Cristià Serrano