Anika entre libros

El día que se perdió la cordura

Ficha realizada por: Anika Lillo
El día que se perdió la cordura

Título: El día que se perdió la cordura
Título Original: (El día que se perdió la cordura, 2017)
Autor: Javier Castillo
Editorial: Debolsillo
Colección: Best Seller


Copyright:

© 2017, Javier Castillo

© 2017, 2019, Penguin Random House Grupo Editorial, S.A.U.

1ª Edición: Mayo 2019 / Enero 2021

Edición: Enero 2021
ISBN: 9788466346122
Tapa: Blanda, bolsillo
Etiquetas: adolescentes familia asesinatos género negro muerte enfermedades mentales misterio fanatismo FBI intriga tensión literatura española psiquiátrico novela secta secuestros sociedades secretas logias thriller suspense rituales psiquiatría locura destino familias desestructuradas odio hechizos fanatismo religioso personajes borderline sectas religiosas asesinatos rituales descuartizadores sectas destructivas locura compartida sueños premonitorios sectas espirituales
Nº de páginas: 449

Argumento:

Salt Lake 1996. El joven Jacob se enamora locamente de una chica adolescente llamada Amanda Maslow, pero no tendrá mucho tiempo de estar con ella porque la chica desaparece a manos de unos personajes siniestros.

Boston 2013. Mientras Steven Maslow, el padre de Amanda, viaja hacia Quebec para ejecutar a otra joven, Jacob aparece desnudo, ensangrentado y con la cabeza de una chica en la mano. Sonríe. Ingresado rápidamente en el centro psiquiátrico para valorarlo, además del psiquiatra (el doctor Jenkins) acude Stella Hyden, una especialista en perfiles criminológicos del FBI. Y él sigue sonriendo. Ahora incluso más.

 

Opinión:

 

Esta reseña pertenece a la edición de bolsillo. La primera edición se publicó en Suma de letras en 2017, y Debolsillo, o al menos la que tengo entre mis manos, es ya la decimosegunda reimpresión de su edición original que comenzó en 2019. Más de 1.000.000 de ejemplares vendidos. Al mismo tiempo ha salido la segunda parte de la bilogía, el título "El día que se perdió el amor", para quien esté interesado.

Entiendo el éxito de "El día que se perdió la cordura" porque realmente es muy difícil pillarle qué esconde. A mí, que se me da tan bien averiguarlo todo antes de hora, con este no podía. Por supuesto atronaría los oídos del autor a preguntas para que me satisficiera más, porque cuando acabas la novela se nota mucho que el inicio estaba hecho para provocar, pero queda una duda en la que no sé cuánta gente se ha parado a pensar. Con el final ocurre algo similar, no se puede contar nada porque desmontaría la sorpresa con la que cierra la novela pero le sometería a un interrogatorio para que me convenciese sobre lo leído. Y también le indicaría cómo hubiera conseguido un diez, pero Javier Castillo solo pretendía escribir una historia de ficción sin conocimientos exhaustivos sobre temas que toca en la novela, y no se le puede pedir más de lo que él pretendía dar. Por eso sé que satisfará a quienes solo esperen entretenerse, pero también se encontrará con quien le ponga muchos peros. Debo reconocer que yo estoy en las dos partes, me lo he pasado en grande pero le encuentro unos cuantos peros. La gran mayoría de situaciones son inverosímiles, desde el tratamiento con el demente, a la relación con la agente del FBI, y muchas partes desde el inicio hasta el final, así que hay que partir de ahí, aceptar que no es oro todo lo que reluce, y tomar la novela como lo que es: un entretenimiento al que no le estás buscando errores porque solo pretendes desconectar.

La novela engancha sobremanera, y no solo son las tramas y los personajes (recordemos que a mí personalmente me van los personajes borderline y aquí hay más de uno), también lo es la estructura: capítulos muy cortos salteados que nos llevan a varios personajes en distintos momentos de la historia. Salt Lake, donde todo empezó, en 1996. Boston, casi en Navidad, en 2013 donde va a terminar la historia, y de ahí un viaje para volver al origen y descubrir qué y por qué.

En "El día que se perdió la cordura" tenemos a un padre de familia que no sabemos por qué está asesinando jovencitas igual que al parecer ocurrió con la suya (sobre esto yo sí tenía previamente la respuesta mental en mi análisis lógico mientras leía y acerté). Una familia desestructurada y evocaciones a esta, pero solo comunicación con la mujer, convirtiendo en casi invisible a la hija pequeña, Carla. De Amanda sabemos que se la llevaron pero de Carla no sabemos nada -hasta el final-. En cuanto a la protagonista, Amanda, sabemos que es secuestrada y las únicas pistas son un papelito con su nombre y la fecha en que deberá morir y un extraño asterisco que parece ser la firma de quien está haciendo todo esto. Habrá más papelitos y más nombres de chicas. Todo un misterio. Quiénes y por qué. Y quién está detrás de los siniestros asesinatos.

Por otro lado tenemos a dos hombres buscando desesperadamente a la joven: su padre, Steven, que ya nos sorprende porque ahora es él quien va por ahí con nombres de chicas y un hacha, y el joven Jacob que se enamoró de la chica y dedica diecisiete años a buscarla.

Finalmente tenemos a quienes se esconden detrás de esa macabra lotería de chicas que deben morir, empezando por una mujer que sueña nombres y los apunta en papelitos, y por añadidura la triste historia del propio psiquiatra que se tendrá que enfrentar a su presente en el centro psiquiátrico de Boston (menuda sorpresa) y a su pasado en Salt Lake. Todas sus historias comienzan y confluyen en una sola, la única que no encaja en la ecuación es Stella Hyden. Hasta que encaja.

Así pues es la típica novela que lees sin que te asusten sus más de cuatrocientas páginas porque te mantiene pegada a los misterios que se unen, con el acierto de los capítulos cortos y las varias tramas que, siendo paralelas unas y con saltos en el tiempo otras, todas por separado ya tienen suficiente atractivo como para que no quieras abandonar. Es una novela muy ágil, con mucha acción y bastante adictiva, otra cosa es la prosa. Y sé que va a sonar raro que diga esto pero es la verdad: no me he creído nada la novela pero me lo he pasado muy bien leyéndola. Qué le vamos a hacer… soy rara.

Yo creo que el éxito radica en que siendo tan inverosímil haya conseguido vender tantos ejemplares. Sin lugar a dudas.

 

Anika Lillo

 

 

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