Desaparición en la roca del diablo

Opinión:

Llegué a este libro con miedo a pesar de desear leerlo desde que supe de su existencia. ¿Por qué? Porque dos personas me habían dicho que no molaba. Puede incluso que esto hiciera que retrasara su lectura y ahora me arrepiento porque me ha encantado.

Paul Tremblay, en su primera novela ("Una cabeza llena de fantasmas") ya hablaba de esto mismo, pero con un caso totalmente distinto: la condición humana, la verdad contra la mentira o viceversa, la necesidad del engaño, la ocultación, los medios de comunicación como aves de rapiña, lo sobrenatural metiéndose en lo que consideramos real… Y ya me gustó aquel enfoque en la primera, por eso me ha gustado tanto "Desaparición en la roca del diablo", porque utilizando las mismas metas te cuenta otra historia totalmente diferente y vuelve a hacerte recapacitar.

Si empiezo por el principio puedo deciros que conforme leía me ponía en la piel de la madre, Elizabeth, con una facilidad pasmosa. Ella hacía exactamente lo que habría hecho yo, equivocada o acertadamente, era yo. Además te cuestiona muchas cosas: las madres que conocemos muy bien a nuestros hijos, con los que mantenemos conversaciones donde procuramos saberlo todo y creemos que de hecho lo sabemos todo porque nos cuentan hasta lo que otros no cuentan a sus padres, podemos sospechar que siempre se guardan algún secreto. Quizás no sea ni necesario porque ningún secreto sería lo bastante horrible como callárselo… excepto en "Desaparición en la roca del diablo", porque lo que sucede es lo suficientemente espantoso como para callarse.

Debo decir que cuando llegué a esa parte sufrí muchísimo. No me suele pasar esto con las novelas, pero es que lo veía tan factible… Los críos pueden ser muy manejables, sobre todo si se dejan seducir por un personaje como Arnold, el cuarto en discordia. Si la locura llama a tu puerta y no eres capaz de decir no a tiempo, puede arrastrarte. Y a Tommy le pasa como aquello que dijo Nietzsche: Si miras fijamente al abismo, el abismo te devuelve la mirada. Touché. Clavado. Tommy, Luis y Josh, los tres amigos, no sólo mirarán al abismo, entrarán en él. No puedo contar más porque sería injusto destripar algo tan importante, pero mi sensación leyendo esa parte fue… uff. Un horror del que no podía despegar la mirada y que me dejó finalmente con un total desasosiego, impotencia y tristeza invadiéndome entera.

Y luego está este toque sobrenatural que tanto me gusta. Ya en la otra novela hizo algo parecido ¿Realmente fue todo fruto de la imaginación o hubo algo más? En esta novela pasa como en la vida real: si sucede algo que no tiene explicación, se la encuentras aunque no encajen todas las piezas, con lo que lo paranormal se convierte en una explicación razonable y vuelves al punto de partida: no existe el más allá. Por suerte aquí queda ese poquito de esperanza que a mí me gusta encontrar en las novelas, ese punto de misterio que hace tambalear la fe en lo racional.

Aunque no es un libro ilustrado como se pueda entender, lo es en cuanto a que en su interior cada encabezado de capítulo y algunas páginas muestran un diseño fotográfico de ramas de árbol y bosque que lo hacen muy atractivo. Pero no es lo único en cuanto a diseño que llama la atención y gusta: algunas páginas muestran hojas del diario de Tommy, y semejan hojas escritas. También hay un dibujo hecho por el crío. Me ha encantado. Y por último, los informes de la policía tienen otra tipografía, y estos pequeños detalles hacen que te imbuyas de lleno en cada estilo sabiendo exactamente dónde estás y cambiando con facilidad de escenario.

Cuanto más pienso en el libro, más me gusta.

Anika Lillo

Foto homenaje: