Anika entre libros

Vivir poco y llorando

Ficha realizada por: Darío Luque
Vivir poco y llorando

Título: Vivir poco y llorando
Título Original: (Vivir poco y llorando, 2018)
Autor: Rafael Alberti
Editorial: Literatura Random House
Colección: Poesía portátil


Copyright:

© 2018, Penguin Random House Grupo Editorial, S.A.U. 

© 1998, Carlos Feliu (por la selección)

© 1924, "Marinero en tierra"; 1925, "La amante"; 1926, "El alba del alhelí", 1927-1928, "Sobre los ángeles"; 1929-1939, "Sermones y moradas"; 1929, "Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos"; 1936, "Nuestra diaria palabra"; 1934-1938, "De un momento a otro"; 1939-1940, "Entre el clavel y la espada"; 1945-1967, "A la pintura", 1945-1963, "Signos del día"; 1949-1953, "Coplas de Juan Panadero"; 1948-1956, "Retornos de lo vivo lejano"; 1953-1954, "Baladas y canciones del Paraná"; 1961-1965, "El matador (poemas escénicos)"; 1966-1970, "Los 8 nombres de Picasso y no digo más de lo que no digo"; 1972-1978, "Fustigada luz".

Edición: 1ª Edición: Marzo 2018
ISBN: 9788439734222
Tapa: Blanda, bolsillo
Etiquetas: poesía recopilación recopilatorio de autor metapoesía surrealismo guerra civil española republicanos edad de plata siglo XX nostalgia amor recuerdos homenaje infancia comunistas literatura española
Nº de páginas: 69

Argumento:

"Vivir poco y llorando" es una magnífica síntesis de la poesía escrita por Rafael Alberti. El poeta gaditano se estrenó en 1925 con "Marinero en tierra", la que posiblemente sea su obra más conocida, de la que aquí se reproducen unos pocos poemas. Tras ello, publicaría otras obras de interés notable, tales como "El alba de alhelí" o "Sobre los ángeles", de los cuales también se incorporan algunos poemas. Esta bella y sencilla selección ha sido llevada a cabo por Carlos Feliu.

 

Opinión:

 

Si la poesía del pasado siglo se comprende como un enorme mar repleto de barcos y navegantes, uno de sus marineros más singulares es Rafael Alberti. Su obra, como la de otros compañeros de generación -entre sus amigos, todos de la denominada 'Generación del 27', se encuentran Vicente Aleixandre y Federico García Lorca- recorro diversas etapas, como reflejo de un constante perfeccionamiento estético. En esta pequeña antología, "Vivir poco y llorando", el lector podrá degustar pequeñas joyas de toda esa producción literaria que se inició nada más y nada menos que con el Premio Nacional de Literatura por "Marinero en tierra".

Su obra empieza con una gran metáfora, la del mar. Un mar enorme, inmenso, del que el poeta ha sido desterrado; un mar insólito que aparece nostálgico y lejano como la más recóndita infancia. Estas metáforas recorren toda su primera etapa, de estilo popularista, donde la rima consonante o los estribillos enlazan con la tradición más cancioneril. Y es que esta, la lírica popular, es la que reúne con más acierto las resonancias atemporales que nos integran a los seres humanos de todos los tiempos. Tras esta etapa, su libro "El alba de alhelí", del que aquí se incluye el prólogo, actúa como giro estético; tras esto, Alberti se decantará por una estética cercana al gongorismo, sintetizada en sus mejores poemas.

Tras ello, la trayectoria de Rafael Alberti se inmiscuye en un surrealismo que parece acercarnos tendenciosamente al futuro postismo. Sus últimas etapas, poco representadas en la obra -apenas en un par de poemas narrativos- se centran en la poesía política y en la nostálgica. No obstante, el libro se cierra, curiosamente, con varios poemas escritos como si fueran un juego, donde Alberti hace un logrado homenaje a grandes genios de su generación, como Neruda, Picasso o Lorca.

Uno de los poemas más significativos de "Vivir poco y llorando" es, indudablemente, "El paraíso perdido", cuyo título recuerda a John Milton. Es aquí donde el poeta se lamento de aquel pasado perdido que ya nunca podrá recuperar; se entristece por un mar amplio al que nunca va a poder volver. Este mar, que el lector no debe interpretar como el Atlántico, sino como la bahía de Cádiz, tiene los ecos de todo aquello cercano al nacimiento y a la vida, a la pureza del ser humano. Pero refleja, al mismo tiempo, una visión nostálgica y apesadumbrada por un retorno imposible. La gran desgracia, para Rafael Alberti, fue que la vida debía ir siempre hacia adelante. Era imposible retroceder.

Darío Luque

 

 

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