A la intemperie de tu boca

Opinión:

"El epicentro de mi boca / está en tu boca", afirma Isabel Alamar en la última parte de las tres que forman "A la intemperie de tu boca". La boca, los labios y la saliva son los tres ejes que articulan los versos de este libro; son los tres elementos que más importancia tienen en el amor, frente a la tontería ya pasada de moda de que 'el amor entra por la mirada' que sugirió el petrarquismo anacrónico. Alamar, en este poemario, se propone darle la vuelta a esa concepción romántica del petrarquismo, pero haciéndolo desde dentro, desde el seno del propio amor.

El tono vitalista de su poesía predetermina este maravilloso canto al amor en el que la experiencia del yo poético se alterna con las visiones que sufre al contemplar el sujeto amado, que en ningún momento se presenta de manera explícita. "A la intemperie de tu boca" se organiza en tres partes: la primera, "Te busco y te deseo", es un único poema con carácter de rezo que abre con potencia el poemario; la segunda, "Contexto labial", organiza todo el cuerpo del libro, para terminar con "Luz ovárica", donde el yo poético cobra forma y cierra magistralmente la obra.

A lo largo de la obra se entrelazar las imágenes amorosas con las imágenes relativas a la naturaleza -en especial a la fuerza de contrarios que se establece entre el agua y el fuego-. Mares, corrientes, vientos, volcanes y plantas pueblan estos versos. Junto a ellos, las frutas aparecen ya no solo como elementos naturales, sino como astutas dilogías en consonancia con la ambigüedad de los labios o de la saliva. Y es que el amor, en los versos de Isabel Alamar, va acompañado de un sexo inocente que en ocasiones parece esconderse bajo la semántica de las palabras.

Al mismo tiempo, este amor cobijado por la naturaleza va dirigido hacia el éxtasis divino, como signo del ascetismo que en algunos poemas aparece explícito en referencias a San Juan de la Cruz. En "A la intemperie de tu boca", el amor erótico se concibe prácticamente como una religión, como un modo de vida y de pensamiento, cuyas armas son claras: la lengua y la naturaleza. Ortografía y orografía, como afirma la propia autora, son sus cómplices en los juegos amorosos que ella misma describe. Isabel Alamar ha escrito un precioso libro donde las imágenes poéticas son las dueñas del amor.

Darío Luque