Sigilo

Opinión:

Biurrun es un mago de las palabras que hace que parezca sencillo lo que en realidad está muy trabajado. Es su forma de narrar las historias, tramas alternas protagonizadas por los tres miembros de una familia que esconden cosas impensables, y aunque él no quiera darse a conocer como escritor de lo sobrenatural tiene un arte para tocar el tema que a mí me ha fascinado. En realidad me gusta todo lo que he leído de él (aunque no he podido leerlo todo sí he leído "Mujer abrazada a un cuervo", "El escondite de Grisha", "Un minuto antes de la oscuridad" e "Invasiones", lo que puede dar una cierta idea de que conozco bastante al autor y siento que nunca me defrauda).

Este en particular titulado "Sigilo" es una mezcla entre intriga, drama y terror sobrenatural pero en este caso lo paranormal tiene que ver con fantasmas y vudú. En cuanto a Claudia, ella vive feliz con los cambios de lugar de sus cosas. Es su forma de no sentirse sola. Para ella Rafael sigue acompañándola. Es cuando la chica que vive con ella, Magaly, cuando ésta tiene un sueño con Rafael y con un loa -el de la muerte- del vudú, cuando la cosa cambia. A partir de que Magaly se ofrezca a ayudar a Claudia, la parte sobrenatural y terrorífica es espectacular.

La novela da comienzo con una voz que surge bajo tierra, y pronto descubriremos que ha habido un desprendimiento de tierra. Lo que sucede ahí abajo es totalmente inesperado. Biurrun te narra pequeñas historias que conforman una muy grande y que conforme se va desgranando y uniendo como piezas de un puzle da lugar al momento ese que te deja boquiabierto y dices "esto sí que no me lo esperaba".

Fede, que vigila un edificio que va a ser derruido, tiene una vida bastante aceptable. Sin embargo no es feliz. No me extraña. Lógicamente no se puede contar nada de la historia pero siempre hay un por qué ¿verdad? Vive amargado, está cada vez más alejado de la familia que le queda, y recibe una propuesta brutal. Si todo sale bien está seguro de que le cambiará el chip. Pero Fede no se va a quedar quieto cuando descubra algo muy concreto: detrás de la propuesta que cambiará su vida hay un rostro que él conoce muy bien y que le revuelve las tripas.

Fede y Andrés llevan un tiempo algo separados pero queda algo simbólico que une sus lazos familiares aparte de su madre: un gesto con la mano que significa mucho para ellos. También será significativo para el lector cuando lea la obra.

Conforme avanza la novela las peculiaridades de las vidas de estos personajes, que se van sucediendo conforme pasan las horas (no los meses ni los años), van tomando un cariz más peligroso y siniestro. Entre Claudia y Magaly vivimos escenas relacionadas con el vudú, algún poltergeist y unas visiones de lo más espantosas. Con Fede descubriremos de dónde viene el trauma familiar y tendrá opción de buscar la redención, pero antes se topará con muchos fantasmas, algunos de carne y huesos y otros totalmente espectrales, sobrenaturales. Y Andrés, el pequeño de la familia que se acerca peligrosamente a la cuarentena, sordomudo y buen hijo, están medio de todo. Es el clip que une los folios. También será el lápiz que acabará por rayarlo todo. Espectacular.

De los personajes lo que atrapa son sus propias historias, cada uno tiene su drama personal, y encima es una novela que se lee con mucha agilidad. Tampoco es larga, doscientas y pico páginas con un buen tamaño de letra (por cierto, encuadernado en tapa dura).

No me gustaría acabar la reseña sin dejar en el aire un pequeño misterio: En esta novela hay una mano que mueve los hilos, una mano terrenal imprevisible para el lector. Una novela, a fin de cuentas, con intriga, asesinatos, fantasmas, vudú, derrumbamientos naturales, sectas contactistas y algún que otro pasado que traumatizaría a cualquiera.

Lo grandioso de Ismael Martínez Biurrun es que es capaz de contarte una historia de tintes dramáticos, mezclarlo con unos cuantos fantasmas, unas escenas horripilantes de vudú, y conseguir que no te despegues gracias a ese estilo impecable e intrigante que lo caracteriza.

Anika Lillo

Foto homenaje: