Seis formas de morir en Texas

Opinión:

En Guangzhou (China), en 1984, a Zhou Hongqing le extirpan el corazón en la cárcel, aún vivo, y este mismo corazón es vendido y trasplantado a Edward Peterson en los Estados Unidos. Linwei, hijo de Zhou, y luego su nieto Xinzàng, se ven obligados a viajar hasta América para recuperar aquel órgano vital, pues una tradición budista sostiene que ningún difunto descansa mientras su corazón sigue latiendo. En Texas, pero ya en 2017, esta historia de corazones robados se cruza con la de Robyn, una muchacha invidente que con dieciséis años es condenada a ser ejecutada por un presunto matricidio. Solo Xhao, un joven chino con quien comparte una relación epistolar, le confiere algo de luz al oscuro y cada vez más trágico mundo de Robyn.

"Seis formas de morir en Texas" es, antes que nada, un libro irreverente en tanto que no puede compararse a ningún referente que el lector conozca de antes. Marina Perezagua no solo ha ideado una historia potente y realmente emocional, sino que también ha configurado un modo de narrar acorde con esa trama. Los ritmos y los tiempos del relato se agilizan o se ralentizan en función de las emociones y de las necesidades discursivas: así, la historia del corazón de Zhou Hongqing acaba siendo un breve preámbulo ante el lento y moroso intercambio de cartas entre Robyn, su padre y Xhao. Ambos tiempos, ambas partes de la historia, parecen corresponderse con ese tiempo personal, con la vivencia singular del tiempo por parte de Robyn, para quien los años en una celda pasan con un aplomo incomparable.

No obstante, se hace difícil hablar en términos literarios de esta novela. "Seis formas de morir en Texas" trasciende los moldes narrativos y se acerca en algunos momentos al ensayo o incluso al documental. En efecto, la voz intradiegética de Robyn y su forma epistolar se complementan recurrentemente con otra voz, en tercera persona. Una especie de narrador o voz en off reúne datos abrumadores acerca del tráfico ilegal de órganos en China (vinculados con los practicantes de una meditación llamada Falun Qong), o también sobre los métodos de tortura utilizados en las cárceles de Estados Unidos y referidos también en su diario por la protagonista. La documentación sobre estos temas, extraída de la investigación firmada por David Matas y David Kilgour (2009), permite a Marina Perezagua completar su historia de ficción con episodios extraídos directamente de la realidad; estos episodios son, a su vez, los más duros de leer debido a la violencia y la crueldad de los actos narrados: presos forzados a alimentarse por vía naso-gástrica u obligados a permanecer en una sala insonorizada, regímenes políticos capaces de traficar con los cuerpos de sus ciudadanos...

Por medio de esa voluntad de documentación, la historia de Robyn se aleja de su ámbito ficcional y, a ojos del lector, vive un acercamiento a la no-ficción, a la realidad, casi como una especie de 'exemplum' que ha de ejemplificar toda una explicación teórica. No quiere decir eso que Marina Perezagua haya descuidado los elementos más literarios de la novela; al contrario, su estilo es impecable, cada palabra parece escogida para el lugar que le corresponde. Pero, sobre todo, "Seis formas de morir en Texas" es una novela que cuida lo más humano de cada uno, aquello irreemplazable que nos une en la adversidad.

Darío Luque