Anika entre libros

Siempre hemos vivido en el castillo

Ficha realizada por: Mar López,Anika Lillo
Siempre hemos vivido en el castillo

Título: Siempre hemos vivido en el castillo
Título Original: (We Have Always Lived in the Castle, 1962)
Autor: Shirley Jackson
Editorial: Minúscula
Colección: Tour de Force


Copyright:

© Shirley Jackson, 1962

© Editorial Minúscula, 2012

1ª Edición: Septiembre 2012

Nuevos datos de la 2ª Edición

Traducción: Paula Kuffer
Edición: Edición: Enero 2017
ISBN: 9788494534867
Tapa: Blanda
Etiquetas: adolescentes adolescencia intriga literatura estadounidense novela terror miedo Nueva Inglaterra
Nº de páginas: 222

Argumento:

De la amplia y rica familia Blackwood sólo quedan tres supervivientes de una muerte no accidental: el anciano tío Julian, Constance (bella mujer de veintiocho años) y su hermana Mary Katherine Blackwood, alias Merricat, una joven que acaba de cumplir los dieciocho y que, de momento, es la única que sale de la casa, va al pueblo a hacer la compra y se trae libros de la biblioteca. Los demás, uno por salud y la otra por no poder soportar las miradas de quienes la ven culpable, no salen jamás de su propiedad. Uno de ellos mató a toda la familia que falta, sólo eso sabemos. Y ocurrió allí, en esa casa, en ese castillo…

El tío Julian, Constance y Merricat viven tranquilos con el gato esta última, Jonas, hasta que llega el primo Charles con la evidente idea de sacar todo el dinero que pueda de la situación. Quiere hacerse cargo de todo, pero no cuenta con que Merricat ve en él al mismísimo demonio.

 

Opinión:

 

Mar López

La escritura de Shirley Jackson es hipnótica y deliciosa; lo que comienza pareciendo una novela muy típica para adolescentes pronto se convierte en un texto raro, diferente a lo habitual, maravillosamente escrito y con una capacidad de enganche que roza lo demente.

Shirley Jackson estaría incluida dentro del selecto grupo de la literatura gótica sureña (entre los más destacados de esta clasificación: William Faulkner, William Gaddis, Joyce Carol Oates -de quien se incluye un estupendo posfacio en esta edición- y Cormac McCarthy), con la salvedad de que ella vivió y desarrolló su carrera en el norte a pesar de proceder de San Francisco, en el sur de los Estados Unidos.

Su obra ha influido en la literatura oscura y de terror, y es referente de autores como Clive Barker, Stephen King, Richard Matheson o Jonathan Lethem.

Escribe con una finura muy especial que destaca por las pinceladas de brillantez que se encuentran desperdigadas pero constantes a lo largo del libro.

Esta novela posee un comienzo un tanto desconcertante, con sutiles características que recuerdan a la literatura juvenil, y sólo se comprende mejor a medida que uno avanza en la lectura, aunque se trata de una prosa en ningún caso retorcida: es más, el libro se lee sorprendentemente rápido.

La voz en primera persona de la narradora corresponde a Merricat Blackwood, que vive junto con su hermana Constance y su tío Julian. Uno de los tres asesinó al resto de la familia seis años atrás, pero curiosamente ése no es un asunto imprescindible para que uno se enganche sin remedio a la novela: lo que atrae es lo bien escrita que está, y las sutiles referencias que constantemente se hacen al mundo mágico. De hecho, son precisamente ésos los toques de genialidad que otorgan calidad al libro.

Aunque no se trata clara ni directamente el tema de la brujería, sí se cuenta que en ocasiones Merricat, la protagonista, lleva a cabo algunas liturgias menores que buscan favorecer los asuntos de su día a día. Se trata de pequeños gestos que ha inventado, que únicamente proceden de su instinto y que podríamos considerar rituales de magia simpática. En este sentido, también destacan las apreciaciones de Merricat con respecto a su entorno, como por ejemplo, cuando se asoma al cielo a través de un tejado derruido y dice ver, o creer ver, criaturas aladas sobrenaturales que planean sobre la casa mientras se entregan a sus quehaceres cotidianos; cuando trata de esconderse en el bosque y percibe cómo los árboles forman un círculo que la protegen (en lugar de situarse ella tras unos árboles que ya estuviesen situados formando un corro), o cuando entierra cerca del río la pluma de su tío, que tiene grabadas sus iniciales, para que el agua al pasar siempre cante su nombre. 

Es en la descripción de estos momentos cuando las frases se tornan más bellas y la lectura aún más hipnótica, y lo que lo convierten en un libro inolvidable.

Mar López 

 

SOMBRA 

Anika Lillo

Antes de que yo naciera ya existía esta maga de los cuentos. Luego nací, muchos años después llegó uno de mis cumpleaños (el último), y tuve la grandísima suerte de que la editorial Minúscula quiso hacerme un regalo de cumpleaños. No por casualidad, yo lo pedía a gritos tras haber leído otro libro editado por ellos y escrito por Shirley Jackson, una recopilación de cuentos titulada "Cuentos escogidos" que me dejó maravillada. Ahora puedo decir que todavía me falta justo aquel por el que sabía de la existencia de Shirley y por el que quería leerla: "La maldición de Hill House" (¡Llegará el día!).

Esta es la segunda edición que hace la editorial y espero que hagan muchas más porque eso significaría que mucha gente leería a una mujer capaz de narrar una historia de lo más sencilla, pegándote a sus páginas por un talento innato, y convertirla en una narración que te hipnotiza. No es de extrañar, pues, que fuera una de las autoras que influyeran en grandes nombres del misterio y el terror (al mismísimo Stephen King, pero ojo, también a Clive Barker o Richard Matheson, entre otros). Creo, incluso, que Matheson lo intentó con "La casa infernal" porque sus personajes se paraban a hacer cosas que no resultaban interesantes en la trama, que la frenaban y que, aun siendo naturales, parecían actos fuera de lugar, y digo infructuosamente porque Shirley Jackson te podía contar lo mismo y en cambio hacía verdadera magia. ¿Por qué puede ser esto posible? Posiblemente porque Jackson no te contaba con detalle el gran misterio que encerraba su historia; te permitía sospecharla, te presentaba personajes que no te podían dejar indiferentes, te indicaba que había pasado algo horroroso y que, quizás, aún pudiera pasar algo más, e incluso te sugería que a lo mejor no era la historia tal y como la contaban... Mientras que lo importante en la novela de Matheson -donde se aprecia ese intento de naturalizar los gestos viéndose del todo forzados y forzosos- eran la maldición, la investigación paranormal, los poltergeist y las agresiones espectrales. Así pues, Merricat (Siempre hemos vivido en el castillo) podía lavarse las manos y resultaba interesante, mientras que Benjamin (La casa infernal) podía lavarse los dientes y te daba exactamente igual.

Shirley Jackson sugiere. Sugiere magia mediante hechizos de Merricat que parece vivir en un mundo paralelo, sugiere locura y sugiere psicopatía pero no te lo dice porque tú, lector, debes conectar con la historia y los personajes (los tres son muy potentes), extraer tus propias conclusiones con lo que te susurra entre líneas, y dejarte llevar para disfrutarla. Shirley Jackson sugiere todo aquello que nos puede intrigar. Y lo consigue. Intriga.

Te intriga la hermana mayor, Constance, porque es capaz de seguir la corriente a Merricat en sus locuras más surrealistas, y te intriga porque la ves supeditada a su cuidado y al del tío Julian, sumisa y maravillosa, pero asustadiza y quizás traumatizada. Te intriga el tío Julian porque no está bien desde que sobrevivió al envenenamiento y su cabeza viene y va, recuerda la comida fatídica y a veces pregunta. Te intriga la propia Merricat porque sus dieciocho años tienen algo de niña, y al mismo tiempo algo de viejo diablo.

Maravillosas doscientas páginas narradas con sencillez. Porque os diré lo que no es: no es engorroso, no es aburrido, no es simplón, no provoca indiferencia, no tienes ganas de abandonarlo… Me faltan palabras para describir "Siempre hemos vivido en el castillo". La capacidad de Shirley Jackson para sugerir o presentarte personajes que hacen cosas que te hacen fruncir el ceño, extrañarte, y provocarte curiosidad, es impagable.

Creo que es una suerte leer a Shirley Jackson, por eso os aconsejo que leáis sus libros, porque seréis afortunados. Creedme.

Anika Lillo

 

 

 

Frases de esta opinión pueden utilizarse libremente en otros medios para promoción del libro, siempre que no se varíe y se mencionen al autor de la misma y al medio anikaentrelibros.com

¿Te ha gustado? Compártelo:

Comentario de los lectores:

Publicidad
Anika entre libros
Actividad subvencionada por el Ministerio de Cultura
Ministerio de cultura

Esta web utiliza cookies para obtener datos estadísticos de la navegación de sus usuarios. Si continúas navegando consideramos que aceptas su uso. Más información X Cerrar