Pupi y Pompita, superhéroes

Opinión:

Como seguramente ya sabréis, El Barco de Vapor de SM, tiene varias series abiertas en su catálogo; entre ellas, por ejemplo, "La Pandilla de la Ardilla", de Begoña Oro; "Los misterios de Fanfalone", de Alfredo G. Cerdá; "La casa mágica del árbol", de Mary P. Osborne… y ésta que nos ocupa, la "Serie Pupi", de María Menéndez-Ponte (ilustrado por Javier Andrada). Viene esta breve introducción a cuento de que los seguidores de cada serie sabrán de las caracteristicas de cada una de ellas, así como la de los personajes. En este caso, Pupi es un extraterreste del planeta Azulón, al que le gustan mucho los niños y el colegio, y por ello se instala en la Tierra en la casa de la conserje del colegio. Es muy listo, pero se lía con las palabras; con una manera de hablar muy "curiosa". Como digo, los lectores habituales de la serie ya se han acostumbrado a esta manera de "tergiversar" las palabras y las frases, aunque les costara al principio; pero resulta que en este volumen (y en alguno anterior) hace aparición el Mago Pinchón, el villano de la historia, que en todas sus intervenciones habla una especie de "italiani" (" la mía mamma es molto pesada. Debo dar las gracias por tutti. ¿Y por qué? ¿Y si los bizcochos son horripilante?... Debo cepillar il mio traje. Cepillar il mio peluqini…"). Esto, junto con la peculiar manera de hablar de Pupi, me comentan los que lo han leído que, a pesar de estar acostumbrados al lenguaje de este último, ha hecho que la lectura sea algo dificultosa, tanto para padres que se lo han leído a sus hijos, como para los niños que lo han leído por si mismos. Y esto es un gran hándicap, sobre todo en este tipo de obras.

Luego, la obra en sí, pues los niños de la pandilla que se transforman en superhéroes para frenar el malvado plan de Pinchón (que pone en marcha por envidia), y en la que vemos como dichos infantes superan una serie de miedos y de situaciones (envidia, vergüenza, timidez…) para frustrar el maligno plan.

Ilustrado, como comento, por Javier Andrada, a todo color, como un cuento clásico.

En fin, una historia sencilla, con sus moralejas como estamos acostumbrados, pero con el hándicap, como me comentan los que se la han leído, de los lenguajes extraños de Pupi (al que ya estaban acostumbrados) y de Pinchón lo que, me dicen, les ha dificultado la lectura.

J. Javier Arnau