Por qué me comí a padre

Opinión:

Esta novela rezuma ironía desde el título; hasta en la contraportada está presente con un texto que ya pone en situación al lector. Es lo más normal si nos encontramos con unos homínidos versados en sociología, antropología y la evolución de la humanidad primitiva, de la cual siguen formando parte, aunque parezcan contemporáneos nuestros.

El choque entre esos abundantes conocimientos y su propia realidad es brutal. Es como sí, tras un derrumbe apocalíptico de la civilización, tuviésemos que empezar a construir todo desde cero, pero manteniendo intacto todo el bagaje cultural atesorado por la civilización; eso sí, estamos hablando de letras y ciencias sociales, así que nada de las ciencias técnicas, respecto de las cuales, se tendría que descubrir todo de nuevo.

Incluso el fuego, tanto utilizarlo como mantenerlo, que ese es el nuevo reto con el que empieza la historia de esta familia, que nos cuenta uno de los hijos, Ernest, desde su particular punto de vista, irónico y mordaz, aunque algunas veces será él mismo quien acabe recibiendo.

Mientras los miembros de la familia intentan salir adelante y mejorar sus condiciones de vida, van apareciendo otros asuntos como la implantación de la exogamia, a garrotazos o casi, o el derecho de patente y la discusión sobre la ética de mantener unos privilegios limitados a un grupo, en vez de compartir los descubrimientos.

Lo cierto es que todos los casos que se presenten traerán problemas y quebraderos de cabeza, tanto a sus partidarios, como a sus detractores, que nada es perfecto cuando hay disparidad de intereses o expectativas, sobre todo si hay una clara falta de experiencia en el tema. O sea, como ahora en muchos accidentes industriales y tecnológicos. Y sí, al final, Edward, el padre, es el plato principal de la fiesta.

"Por qué me comí a padre" es una novela que se puede leer con el mismo espíritu que cuando se publicó, hace sesenta años, sigue siendo una sátira fresca de una sociedad que puede haber avanzado mucho en tecnología, pero si miramos a esa familia de homínidos, podemos ver reflejada la sociedad actual.

Selin