Ni un pelo de tonto

Opinión:

Es una buena noticia que Editorial Navona vuelva a poner en librerías "Ni un pelo de tonto", obra del premio Pulitzer (por "Empire Falls") Richard Russo, que ya tuvo una vida anterior en Anagrama. Y es una buena noticia por dos razones: la primera, porque se trata de un autor interesantísimo que no ha calado lo suficiente entre el público hispano. La segunda, porque lo hace en un momento oportuno, cuando Russo se ha decidido a dar a la imprenta veintitrés años después de su primer éxito una continuación. La encontrarán bajo el título de "Tonto de remate", y ya la reseñé en su momento en este portal describiéndola como una más que digna continuación de las historias de este pueblo entre encantador y desquiciado que es North Bath. Existe una película nada desdeñable ni prescindible sobre "Ni un pelo de tonto" dirigida por Robert Benton y protagonizada por Paul Newman, que como se puede suponer popularizó mucho la novela en su momento. Como ocurre con tantas adaptaciones, puede ser un buen complemento a la lectura de Russo, pero desde luego no un sustituto.

En ambas entregas, Richard Russo se pone de parte de los inadaptados, los antihéroes, los freaks anónimos que tienen grandes problemas para llevar una vida de las que se suele entender por normal. Russo es ambicioso en la paradójica decisión que toma como novelista de prestar atención a lo minúsculo, lo invisible, lo aparentemente secundario. Es un maestro a la hora de interpretar los sentimientos de los protagonistas, y tiene un talento muy especial para crear imágenes interesantes al lector cuando escarba en la conciencia de los personajes.

Uno de los críticos que primero trabajaron la obra de Russo, Francine Prose, dijo en su reseña que North Bath sería uno de esos lugares que uno pasa con el coche y en los que no se detiene. El mérito de Russo es precisamente ése, que se detiene y además sabe encontrar temas interesantes para ofrecernos, no porque sean trepidantes o estén llenos de fuegos artificiales, sino porque son rotundamente humanos. Podrían sucederte a ti, al vecino de al lado o al de dos casas más arriba. Y eso al lector sensible le llega.

El secreto de la enorme (y divertida en ocasiones) contradicción del personaje de Sully es que, como reza el título, no tiene ni un pelo de tonto. Sin embargo es el puro retrato de alguien que se ha desaprovechado, que pese a tener cualidades no ha dispuesto de ellas, y se ha dejado llevar un año y otro hasta convertirse en un fracaso de los pies a la cabeza.

La novela es por tanto una recomendación clara para aquellos que gustan de los dramas intimistas con un toque gamberro, que disfrutan ese realismo sucio que lo mismo mueve a sonrisa, a escándalo o a pena. No voy a ser yo ahora quien descubra ahora que la extensión de la novela, para las tramas que incluye, es excesiva. Desde la primera publicación de la novela allá por el año 1993, la crítica ha sido unánime en ello. Richard Russo no parece dispuesto a podar donde sea necesario en sus novelas, y algunas páginas se nos harán prescindibles. Pero el placer de la siguiente gran página que el novelista nos ofrezca nos hará olvidar las cuestiones secundarias y nos hará pensar que la espera ha merecido la pena.

Rafael Ruiz Pleguezuelos