Los pecados de verano

Opinión:

Daniel Blanco Parra nos ofrece una verdadera joya con su novela "Los pecados de verano", en la que hacemos un viaje por la España más mojigata, como muy bien la describen en la contraportada, y, sobre todo las generaciones que no vivieron aquella época, descubrimos con asombro cómo los bikinis crearon tanto revuelo como para crear el Primer Congreso Nacional de Moralidad en Playas y Piscinas.

La novela es ideal para ser leída en verano, como he hecho yo, atrapada entre las distintas olas de calor que ha sufrido mi ciudad, sintiéndome en la piel de la protagonista con ese inicio de novela tan magnífico y gráfico como es Consuelo sudando asqueada de su propio cuerpo, que nos pone en antecedentes sobre qué clase de persona vamos a tener por protagonista y qué moral tiene.

Consuelo, personaje que domina la novela indudablemente, es una mujer fría, atrapada por un destino impuesto que muchas otras mujeres hubiesen deseado, pero incapaz de ser feliz con cuanto le ha sido dado. Temerosa de Dios, guardiana de apariencias ante los vecinos, perfecta española de clase alta de la época, que opina que prácticamente todo es pecado, hasta ver su propio cuerpo desnudo. Durante la lectura de la novela comprobamos el crecimiento interior de la protagonista según se ve expuesta a situaciones que a priori le hacen sentir insegura por salirse por completo de lo conocido y lo que ella domina, pero que consiguen hacerla florecer, aunque sea un florecimiento a escondidas.

Entre los demás personajes, los que más me han gustado han sido la madre de Consuelo y la sirvienta, Amalia, quienes brindan oxígeno a la familia con su normalidad, picardía y actividades a escondidas de la Señora y el Marido. Respecto a los hijos, es inevitable sentir pena por ellos por tener una madre tan fría y calculadora, que solo se preocupa de que coman y se comporten con decoro ante los demás. Respecto a ellos, hubiese sido divertido ver cómo participaban en otra de las actividades títpicas de la época que se mencionan en la novela, como era el Concurso de niños gordos, para ver qué niños estaban más gordos, luego más sanos, cuyo premio era un jamón para la familia ganadora. Un concurso que nos transmite la mentalidad de la época también y que ahora mismo nos parecería del todo inapropiado e inadmisible.

La novela nos muestra muy bien cómo muchas veces el ser humano es un animal que se defiende hiriendo a los demás para sobrevivir, como es el caso de Consuelo, una mujer que no tiene otra manera de mantener su vida bajo control y en apariencia perfecta, que controlando la vida de los demás y haciéndoles infelices, sin importarle si son sus propios hijos o su marido a los que está haciendo daño. ¿Cuántas veces nos hemos topado con personas como ella en nuestras vidas? Es por ello que el leer su historia, y ver cómo al final encuentra un modo de sentirse completa y feliz sin herir a otros, nos da un atisbo de esperanza no solo respecto a la vida de la protagonista y su familia a la vuelta a su hogar tras el congreso, sino sobre nosotros mismos también: Siempre hay algo, por muy aparentemente insignificante que sea, que puede hacernos cambiar la forma de ver las cosas y de comportarnos con los demás.

Respecto al trasfondo social, como he comentado anteriormente, Daniel Blanco nos lleva de la mano por la España de 1951, mostrándonos a una parte de la sociedad muy puritana, retrógrada y altamente escandalizable a la vista de los bikinis que introducían las suecas y los demás turistas en general sin ningún pudor en nuestras playas y piscinas durante los veranos. Es inevitable pensar en tantas películas de José Luis López Vázquez y Alfredo Landa en las que aparecían esas suecas que revolucionaban a los españolitos y les hacían babear al compararlas con las españolas, tan recatadas y puritanas.

En definitiva, "Los pecados de verano" es una gran novela que retrata una época de cambios en la España franquista que revolucionaron la moral de los ciudadanos, y que nos muestra la lucha interior de su protagonista y su intento por ser feliz. Una gran lectura totalmente recomendada.

Elena Martínez Blanco