Los hijos del sol

Opinión:

Esta es una novela histórica de extraordinario interés y grata lectura por su preciosismo en los detalles de una época, precisamente ahora que se acerca el V Centenario de la llegada del conquistador español al Valle de México, y muy especialmente la vida en la corte del malhadado emperador mexica.

Es tan formidable el conocimiento que atesora el autor, que se oculta tras un seudónimo y que al parecer es un miembro de la Academia Norteamericana de la Lengua Española con sede en Nueva York, de aquellos convulsos años, que le permite narrar con gran detalle hasta los aspectos más nimios de las costumbres de aquellos tiempos, como la comida, las vestimentas, las joyas, los ceremoniales, los ritos sacrificales y las formas de interpretar el mundo e incluso el universo.

Probablemente es una de las mejores novelas que se hayan escrito sobre aquella gesta de un puñado de españoles sobre una nación sometida a la superstición de unas creencias, que a la postre resultaron fatales para su destino como imperio.

Además, como trasfondo intelectual de la novela se ofrecen los vastos conocimientos astronómicos y matemáticos, entre otros saberes, de aquel imperio allende los mares, al mismo tiempo de las convulsas querellas científicas y teológicas que zarandeaban otro imperio, el de Carlos V, agitado por las teorías heréticas que sostenían que el heliocentrismo, junto con las proclamas de personajes como Martín Lutero o las avanzadas ideas erasmistas, que ocupaban con denuedo las obsesiones de una institución tan infausta como aparentemente conveniente al imperio como el la Inquisición.

Con un protagonista, Ocelotl, Caballero Águila de la Orden del Sol, Miembro de la Ciencia de los Cielos y guardián de El Ojo del Tiempo, que vivirá en persona una de las mayores crisis que sometió en tan poco tiempo a un poderoso imperio. Un personaje entrañable que se hace querer desde la primeras páginas de su propia memoria escrita para la posteridad, un ser poseído por el hambre de conocimiento, dominado por un amor casi imposible, dotado de la prudencia de un estadista y enemigo declarado de supersticiones y rituales sangrientos.

Una novela formidable, bien escrita, bien ambientada, con personajes creíbles y que se goza con absoluto deleite por la gran erudición de su autor y la fuerza de una historia que, aun por verídica, no dejará nunca de impresionarnos.

Jorge Riet