Los apóstatas

Opinión:

Uno de los grandes méritos de esta novela de Celorio es su extraordinaria maestría en la combinación de voces que se suceden en un mismo espacio narrativo en una suerte de espectacular continuidad a la que el lector asiste fascinado, tanto por su fluidez discursiva como por la fuerza que adquiere la historia que relata, gracias al concurso sucesivo de la primera y tercera persona en una fascinante alternancia, que hacen del autor un autor tan brillante como original en su propuesta literaria.

Pero más allá de esta virtud literaria, de no poca importancia, esta novela describe con crudeza un proceso familiar, cercano, directo, de autodestrucción personal, de fractura existencial, en el que la fe religiosa condiciona una manera de ser y estar en el mundo, ese mismo en el que fenómenos como la pederastia, la pasión, las tensiones políticas en la sociedad mejicana, corrientes de cambio como la teología de la liberación o la revolución sandinista en Nicaragua, la pérdida de la razón, o la función de una cultura y tradición arquitectónica tan poderosa como el barroco mejicano, ofrecen contextos y escenarios que condicionan el devenir de personajes contradictorios, terriblemente humanos, vulnerables, con dificultades para las relaciones personales y para llevar lo que se podría calificar como una vida normal.

Precisamente es la fe religiosa de los protagonistas de esta novela, hasta el punto de comprometerse con el sacerdocio, el arco de bóveda de unas vidas zarandeadas por sus contradicciones vitales. Esas alimentadas por pequeños detalles, como una familia numerosa condicionada por una extrema austeridad, que hace de la intimidad o la posesión algo ausente en la vida cotidiana, y por tanto un fácil estímulo para la vocación pastoral y la vida en una comunidad religiosa, para labores de ayuda en comunidades indígenas o en una revolución popular, en una fe religiosa que sólo parece cobrar sentido en su función social porque lo personal sobrevive en una dimensión problemática.

Es una novela que habla de fracaso, en un contexto vital en el que la fe religiosa cobra un protagonismo tan excesivo que provoca una enajenación de la relaciones personales y sociales convencionales, destruyendo la capacidad de interpretar las señales de una vida cotidiana que permita un mínimo sosiego interior, a la vez que actúa como excusa para esa alienación que extraña las pasiones más elementales del ser humano.

Esta novela de Celorio es cruda, triste, intensa, reflejo de un tiempo que ofrece magros recursos y habilidades para gestionar sus miserias morales, pero también es un libro de amor, porque exhibe sentimientos tan humanos como la pena, el cariño, la simpatía, la tolerancia, la aceptación, la ayuda, el perdón, incluso la denuncia que brota del dolor.

Una obra desgarradoramente lúcida, a veces desoladora, magníficamente escrita, sorprendente en su estilo narrativo, que ofrece el implacable retrato de los trágicos efectos de una fe cuyo principal mérito y función parece ser el alejarse de una vida a la que da miedo enfrentarse.

Jorge Riet