Los abandonos

Opinión:

Russell Banks (Newton, Massachussets, 1940) es un narrador sólido, interesantísimo, que ha llegado a ser finalista del Pulitzer y el PEN/Faulkner y que arrastra el mérito de convertirse en un gran autor tras una infancia dura y muy humilde. Si su obra Deriva continental, probablemente la más popular en nuestro país, ya es una recomendación clarísima, "Los abandonos" no le va a la zaga. Lo mejor que se puede decir del libro es que contiene literatura, es un texto meritorio, interesante no solamente desde el punto de vista humano sino como construcción narrativa.

La premisa inicial es la que ha quedado escrita en la sinopsis: la destrucción total de la reputación de un autor con una aureola de santidad alrededor de su figura en una última entrevista en la que saca ante su mujer actual todos los trapos sucios de su vida, que son muchos. Hijos abandonados, matrimonios fallidos, engaños de todo tipo. El documentalista ejemplar resulta tener un pasado deleznable. La temática de la novela nos lleva, naturalmente, a esa vieja pregunta sobre si la biografía de un autor debe alterar la percepción que tenemos sobre su obra. De eso, y de la construcción de toda imagen pública, es de lo que trata esta buena novela.

Russell Banks se preocupa de que todo tenga una escenografía grandilocuente, precisa hasta la extenuación del lector, eminentemente teatral. El tiempo parece detenido en esa memoria compartida ante la cámara, el protagonista contando el pasado en flashbacks generosos que se conjugan con un momento presente que es un lento caminar hacia la muerte.

No oculto en la reseña que la estructura elegida (presente/confesión mediante flashback) resulta algo repetitiva, porque todos los capítulos se presentan de la misma forma: detalles de la preparación de la entrevista y después una narración en flashback que es una bomba para minar el pasado. Russell Banks hace decir muchas veces a su protagonista que no hubiera sido capaz de abrir su corazón sin una cámara delante, razón por la que toda la parafernalia de la entrevista se justifica.

Siendo una obra radical en cuanto a diseño y realización, se le pueden encontrar defectos, sobre todo en esas repeticiones de tono y estructura a las que me he referido. Pero gana el interés de la historia humana, inmensa, creíble, muy bien narrada. También ofrece unos signos de autenticidad en los pequeños detalles que solamente un buen autor literario puede ofrecer.

Recomendación clara para quienes gusten de los textos profundos, que jueguen con la fundación de la memoria y con cómo el pasado es tantas veces, al menos a ojos de los demás, lo que queremos que sea.

Rafael Ruiz Pleguezuelos