La tercera versión

Opinión:

A veces es difícil discernir entre la realidad y la ficción, pero en esta novela es más bien intentar discernir entre la mirada de unos y otros, ¿cuál es la oficial?, ¿qué se esconde? Manzanera nos entrega un caso real de espionaje y reconstruye esas partes borrosas que nadie nos cuenta. Es el caso de la deserción de Vitaly Yurchenko a Estados Unidos en medio de la "Guerra Fría", en la década de los ochenta, y de todo aquello que acarreó: huida y deserción de contraespías estadounidenses, muertes y "suicidios" muy sospechosos después que Yurchenko contara secretos de estado muy importantes y otros no tanto.

Y se retorna a eso tan manido que es "la versión oficial", ¿por qué debemos creer siempre lo que nos cuentan? Aquí Manzanera además nos da datos más subjetivos, ataca cabos muy bien y vemos una historia más completa, más cercana si es posible, más real, puesto que aquí se mezclan ficción y hechos históricos, recreando ese "pudo ser así" que no se visualiza en las versiones oficiales.

Una versión que parece contradice a la otra, pero que a su vez no es que sea contradictoria, sino que más bien todas las piezas encajan a la perfección para que la misma historia parezca más contundente, más congruente en sus testimonios.

En este caso vemos a personajes reales mezclados con personajes que no existieron en la realidad, pero que a lo largo de la lectura, forman parte de estas piezas que nos explican las zonas borrosas de la versión oficial.

Personajes reales tan bien retratados que puedes incluso, sentir lo mismo que sienten o perciben. Yurchenko es un ruso pesado, mal educado, histriónico y muy hipocondriaco, así lo vemos, pero ¿es verdad que era así o era así porque tenía una razón de ser para ello? En "La tercera versión" hay mucho que descubrir, pero sólo se hace al final del todo, en esta tercera versión extra oficial, nacida de documentación que llegó a manos del autor… o eso es lo que dice.

Se atan cabos de acciones irreflexivas, de muertes, de "suicidios" en extrañas circunstancias y, sobre todo, se da un cariz más veraz a unos de los casos de deserción de la era Reagan más sonados: el descubrimiento de Edward Lee Howard como contraespía y todo lo que aconteció antes y después de que saliera a la luz gracias a los datos que aportó Yurchenko.

Los ochenta fueron la peor década para el espionaje de uno y otro lado, la "Guerra Fría" tenía sus días contados y empezaba a tomar impulso Gorbachov y la "Perestroika", pero esa, esa es otra historia.

Carol Inabé Barba