La profecía del desierto

Opinión:

"La profecía del desierto", de Ana Ballabriga y David Zaplana, es una novela de aventuras que nos lleva a una trepidante búsqueda que recorre Siria, Egipto, Irán y Arabia Saudí. En cada uno de esos países, Mahmed y Nur deben unir ingenio y conocimientos para descifrar las pistas que van encontrando, mientras huyen de sus perseguidores que los acechan a cada paso.

La novela me ha parecido muy original. No tiene nada que ver con las clásicas novelas de aventuras o de búsqueda de tesoros, tanto por los personajes como por la ambientación.

Todos los personajes son árabes, tanto héroes como villanos. Mahmed es un veterinario iraní que lleva años viajando y trabajando en diversos países; Nur una estudiosa del sufismo de origen saharaui y el súper bellaco de la historia es un príncipe saudí acostumbrado a obtener todo lo que quiere con solo chascar los dedos.

La trama transcurre en escenarios poco habituales, como la ciudad de los muertos de El Cairo; Alamut, una de las principales fortalezas de los hashashin; o el oasis de Al Hasa en Arabia Saudí. Estos enclaves permiten a los autores descubrirnos parte de la historia del pueblo árabe.

Esta aventura, que transcurre a lo largo de 320 páginas a la velocidad del AVE, está salpimentada de escenas muy divertidas por el peculiar sentido del humor de Mahmed. También de escenas de terrible crudeza, algo habitual en las novelas de Ana Ballabriga y David Zaplana.

Hay algo más que me gustaría destacar: el modo en el que los autores han logrado integrar en la historia la lucha de las mujeres árabes por sus derechos. Derechos que han ido perdiendo debido a la sharía, que no es otra cosa que una lectura interesada de los verdaderos principios del islam.

Una novela trepidante que no solo os hará disfrutar la lectura de principio a fin, sino también aprender sobre la cultura árabe, que nada tiene que ver con el estado islámico que copa los titulares de los medios de comunicación cada día.

Todo ello mientras devoráis páginas, os reís a carcajadas y maldecís en silencio. Creo que no se puede pedir más a una novela.

Ana G. Aranda