Anika entre libros

La escuela del alma

Ficha realizada por: Darío Luque
La escuela del alma

Título: La escuela del alma
Título Original: (La escuela del alma, 2024)
Autor: Josep Maria Esquirol
Editorial: Acantilado
Colección: El Acantilado


Copyright:

© 2024, Josep Maria Esquirol Calaf
© 2024, Quaderns Crema, S.A. (de esta edición)

Edición: 1ª Edición: Marzo 2024
ISBN: 9788419036902
Tapa: Blanda
Etiquetas: aprendizaje educación ensayo filosofía literatura española pedagogía reflexiones pensamiento profesores universidad alumnos discípulos alma maestras y maestros rurales escuela
Nº de páginas: 188

Argumento:

Una escuela ha de ser un lugar donde se entrena el prestar atención a las cosas del mundo y a los demás, según propone Josep Maria Esquirol. El estudio, que no es otra cosa que atención reiterada, trae consigo crecimiento y madurez, porque entrena al estudiante en la no indiferencia, en el cultivo de la vida comunitaria. La escuela, concebida en estos términos, ha de ser buena para el cuidado del alma humana, pues la educación confía el devenir de la vida a la bondad de la reflexión y a la fraternidad que promueve la reflexión filosófica. A lo largo de diez capítulos en los que se suceden conceptos de vital importancia, como "atención", "cuidado", "contemplación" o "enseñanza", el filósofo catalán esboza una propuesta esperanzada para redefinir la educación, sobre todo en el tiempo confuso que vivimos actualmente.

Tras "La resistencia íntima" (que recibió los premios Ciutat de Barcelona y Nacional de Ensayo), "La penúltima bondad" y "Humano, más humano", Josep Maria Esquirol prosigue su cometido filosófico en busca de la esencia de los aspectos más fundamentales de nuestra condición humana.

Opinión:

 

"Educar es guiar a alguien para que, por sí mismo, recorra un camino que lo lleve más allá, que lo eleve por encima de dónde está, y que le dé una fuerza y una madurez que al principio no tenía. Educar es ayudar a que alguien se eduque", escribe Josep Maria Esquirol en las páginas introductorias a "La escuela del alma". Es en estas primeras páginas donde ofrece una excelente conceptualización de la educación, muy ligada a la filosofía de la bondad y del cuidado que el autor ya había apuntado en obras anteriores. En esta ocasión, el concepto vertebrador de la cuestión es el de "atención", en tanto que la escuela es aquel lugar donde se entrena la atención a las cosas del mundo para articular una respuesta a los estímulos que recibimos. Educar, bajo esta concepción, no es más que ayudar al alumno a esbozar algunos de los trazos de su propia respuesta, una respuesta que lo irá aproximando poco a poco hacia la madurez. No en vano, otro de los conceptos que el filósofo adelante en estas primeras páginas es el de la "no indiferencia", pues considera que el alumno debe abandonar la indiferencia en favor del encuentro, de la forma, de la bondad y, en última instancia, de la vida espiritual y comunitaria. Todo ello va encaminado, cómo no, a presentar los diez capítulos que, como bienaventuranzas bíblicas, prescriben una propuesta educativa -al menos, en el ámbito moral- de signo esperanzados, aunque utópico.

De esta forma, el primer capítulo ("Felices los que van a la escuela") explora la distinción conceptual entre "lugar" y "umbral", dos conceptos que determinan la situación del ser humano y su relación con la otredad y con el espacio. Es el umbral, paradigma de la diferencia, lo que propicia la altertopía, una resistencia revolucionaria de naturaleza educativa que Esquirol concibe como un eje necesario para la educación del alma. En relación con estas mismas cuestiones, el segundo capítulo ("Felices los que encuentran buenos maestros: se acordarán de ellos") deja atrás la noción del lugar y se centra ahora en la de "encuentro" y, sobre todo, en los partícipes de ese encuentro intelectual que es la relación entre alumno y maestro. Tras estos capítulos iniciales, de planteamientos más básicos, la argumentación se va complicando a niveles filosóficos, sin que en ningún momento llegue a ser enrevesada ni hermética. Como viene haciendo en sus ensayos anteriores, Josep Maria Esquirol se aferra discursivamente a una serie de conceptos y, a partir de su problematización, construirá una filosofía madura y útil para el lector atento. Así, por ejemplo, explora la experiencia humana de "ser origen, inicio", lo cual implica restablecer dignidad y confianza cuando estas han sido dañadas, y luchar contra el destino y contra la emancipación.

De igual manera, en capítulos posteriores el filósofo reflexiona sobre la atención, en su sentido espiritual y filosófico, a partir de los postulados de Simone Weil y de Nicolas Malebranche. Otro concepto de gran significación a lo largo del ensayo es el de "forma", ligado etimológicamente con "formación" o con el verbo "formarse", que implica un movimiento de adquisición de límites. Nociones como "bondad", "igualdad" y "proximidad" permiten al autor enfocar un análisis algo más ético de la cuestión educativa, e incluso conceptos como los de "hábito" o "reposo" vertebran todo un discurso de suma actualidad sobre las dinámicas necesarias en el aula. Sin embargo, y pese a coincidir emocionalmente con los postulados esperanzadores del autor, me parece imposible llevar a la práctica su filosofía, porque muchas de sus ideas requieren de un equilibrio moral entre alumnos y profesores, y de unas condiciones físicas y laborales, que en la gran mayoría de escuelas y universidades están lejos de cumplirse.

Ahora bien: por muy utópicas que sean sus propuestas, creo que el discurso de Josep Maria Esquirol es necesario, sobre todo en el momento que vivimos actualmente, donde nuestra tendencia al individualismo ha destruido los principios de la educación y ha convertido las escuelas y universidades en empresas, y no en los centros intelectuales que deberían ser. Ojalá las propuestas morales y educativas de "La escuela del alma" constituyan algún día los cimientos para un nuevo modelo educativo.

 

Darío Luque

 

 

 

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