Horda

Opinión:

Que Ricardo Menéndez Salmón siempre apuesta fuerte es algo que saben sus lectores y admiradores. Pide a la literatura, y al género de la novela, mucho más que el simple narrar, entendiendo que cada libro debe ser un órdago que se lanza al público y el sistema. Eso es muy de agradecer, pues con este interés en ofrecer algo distinto se diferencia de tanto escritor que repite mil veces un camino para minimizar riesgos. En el caso de "Horda", su entrega más reciente, esa aventura textual es todo un éxito, porque esta novela breve es un hallazgo. Una narración que invita a su estudio, que merece incluso la pena ser tomada en cuenta en el mundo de la filología.

Se trata de una novela "artefacto", que necesita de un lector avezado, paciente, dispuesto a desentrañar con suma paciencia cada mensaje escondido. Pero la recompensa es infinita, porque hay pensamientos sublimes en "Horda". Buscarán un lápiz para subrayar sus explicaciones sobre el valor del lenguaje, y la justificación de cómo ha podido el mundo llegar a tal degeneración. La premisa de la que se parte entra en una corriente plenamente contemporánea: la visión de un mundo en el que la tecnología ha restado todo valor a la palabra, llevando a los humanos a una realidad de desconfianza mutua en la que el pensamiento único se ha instalado de una manera total. Los dictadores de esta sociedad distópica son los niños, que han tomado el poder e impiden todo: incluso el uso de la palabra, nuestro mayor regalo como especie.

"Horda" es una historia heredera del clásico Fahrenheit 451, de Ray Bradbury. Aquí también los libros están prohibidos. Más que eso: el lenguaje está condenado y ha sido sustituido de manera total por la imagen. Un ejército de niños sanguinarios controla todo con puño de hierro, en una historia que tiene sin duda como fondo de reflexión la manera en que la llegada de lo digital está desplazando el lenguaje, sustituyéndolo por un aluvión de imágenes, iconos y emojis, restando todo valor a la palabra. A Ricardo Menéndez Salmón, autor de honda meditación, esta decadencia del poder del lenguaje le importa y mucho. Para el tono del libro, ha elegido esa gélida humanidad que hemos conocido a Don DeLillo en "Zero K". El autor americano estaría feliz con "Horda", pues son muchos los puntos que les acercan.

No dejen pasar la oportunidad de adentrarse en esta pesadilla filosófica que nos ha regalado uno de nuestros autores contemporáneos más atrevidos, pero también más sólidos.

Rafael Ruiz Pleguezuelos