El hombre perdido

Opinión:

"El hombre perdido" es la tercera novela que leo de Jane Harper. Las dos primeras tenían como protagonista central al investigador Aaron Falk y se desarrollaban en entornos muy diferentes del continente australiano, una en una zona muy árida, medio desértica, y la otra en unos parajes boscosos.

Aquí vuelve a un entorno árido, incluso más que en la primera novela, con un protagonismo que se centra, en cuanto a las personas, en Nathan, hermano del fallecido, y, respecto del entorno, en unas enormes fincas ganaderas de una zona casi desértica de Australia, pero que ya desde el principio, con cualquier somera descripción, se empieza a sentir una intensa sed. Y eso todavía, que no sea el caso de que se sientan extrañas sensaciones, como las que atormentan a unos cuantos personajes de esta historia, solos en la inmensidad de un paisaje desolado.

Al principio del libro hay un mapa para situarse, que, tal como dice al pie, no está a escala, algo que enseguida se entiende al observar las cifras de la superficie de las fincas, que una, la más pequeña, es de 700 kilómetros cuadrados y la contigua es de 3.500 kilómetros cuadrados, y las cifras de más de 1000 kilómetros hasta dos ciudades importantes, conocidas al menos, que dan idea de lo perdidas que están las personas que viven dispersos en la inmensidad de un páramo seco, además de muy peligroso, mortal más bien, para los incautos.

Esas sensaciones de soledad, de total alejamiento de la civilización, de un clima cruel y extremo, se hacen muy presentes desde la primera página. Tanto que el hecho de que haya un muerto sólo sorprende la coincidencia del lugar en que está el cadáver, que es un túmulo en medio de la nada donde tiempo atrás murió otro ganadero, otra historia trágica que da para unas cuantas versiones y alguna leyenda que van apareciendo por las páginas del libro.

Que también haya alguna circunstancia, si no extraña, al menos chocante, es lo que da pie al desarrollo de la trama, en la que se va descubriendo, de manera un tanto concisa, las historias de los personajes principales. Tampoco es que se necesite mucho más, pues allí son de pocas palabras, o ninguna, algo que se observa mientras pasan los días, con diálogos entremezclados con descripciones, que tienden a ser más numerosas, sobre todo en los abundantes momentos de soledad del protagonista.

Junto con esas historias personales, también salen a la luz algunos secretos personales y familiares, ya sea de manera larvada, entre miradas de complicidad, o a las claras, aunque no es que haga mucha falta que se vayan conociendo al detalle, ya que realmente se ven venir, por más que así se complete el panorama, algo desquiciado, de los protagonistas.

Vamos, que visto lo visto, no es de extrañar que el sargento de la policía vaya siempre bien surtido de tarjetas de un servicio de prevención del suicidio y de una ONG de salud mental, ni que las ofrezca a los familiares de la víctima.

Ahora bien, ¿qué ocurrió realmente? Pues esa es la historia que nos va narrando Jane Harper, que va entrando en el tema poco a poco, con el mismo ritmo lento y comedido con el que transcurren los días de los protagonistas, enganchando al lector con una trama donde importan, más que lo noticiable, los pequeños detalles que muestran la violencia soterrada de unas vidas con pocas expectativas de cambio, pero que se aferran a una esperanza, por vana que sea.

Lo cierto es que he disfrutado con la lectura de "El hombre perdido", una novela cautivadora en su crudeza, con unos personajes encerrados en sí mismos, en medio de un entorno hostil que se erige en otro protagonista más de una trama compleja que absorbe la atención del lector hasta un desenlace que deja pensativo, pues la verdad puede ser cruel.

Selin