El buen soldado

Opinión:

Ford Madox Ford declaró muchas veces que "El buen soldado" era su mejor obra. Escrita en 1915, ha envejecido realmente bien, pues más de un siglo después continúa siendo una narración elegante, vigorosa, interesante. Se ha contado mucho, pero es dato que ayuda a entender su mensaje que no les quiero ahorrar, que los planes iniciales del autor británico fueron llamar a este libro "La historia más triste". El título cambió porque, siendo años tan duros en los que la novela salía a la luz, el editor pensó que era poco oportuno. Ello no impide que sea más que apropiado al texto en cuestión.

El libro se abre con una carta dedicatoria a Stella Ford (que se incluiría en la segunda edición), quien sería su pareja y con la que tendría una hija. Su verdadero nombre es Stella Bowen. La carta ayuda a entender la veneración que el autor sentía por "El buen soldado", de la que habla con auténtica pasión.

El argumento es sencillo. Dos matrimonios de dinero, unos americanos y otros ingleses, se conocen en un balneario en Alemania. Mantienen una relación de amistad espléndida, idílica, que se romperá cuando se conozca que la mujer norteamericana y el hombre inglés mantienen un affaire. La muerte de los adúlteros destapará un conjunto de detalles doloroso. Lo que dota de una originalidad contemporánea al relato es que el narrador de esta historia de infidelidad es el propio marido norteamericano, que actúa como una especie de detective que reconstruye un pasado que no supo ver en su momento. La reconstrucción de la vida interior y pública de los cuatro protagonistas es admirable, modélica.

Una historia triste, efectivamente, pero que nos pone frente a un espejo. El texto grita que, por debajo de las convenciones sociales, los humanos somos seres retorcidos y egoístas por naturaleza. Una narración de una precisión total, marca de la casa de un novelista tan afinado como Ford Madox Ford. La buena traducción de Victoria León ayuda a conseguir esa brillantez del texto.

Rafael Ruiz Pleguezuelos