Dios existe

Opinión:

El libro se puede dividir en dos partes claramente diferenciadas, caracterizadas por evidencias o pruebas más científicas y por los testimonios de personas afectadas.

Con esta distinción, el autor aborda la primera parte como un conjunto de evidencias científicas de que Dios existe; para ello se vale de los comentarios de algunos científicos que mantienen su creencia, no en Dios tal y como lo imaginamos sino en una Inteligencia creadora responsable precisamente de la creación del Universo, de las personas y de todo lo que nos rodea. Según estos cientificos la Teoría del Big Bang está muy bien, pero ¿Quién o qué originó el Big Bang?.

Así, a través de distintos testimonios y analizando diversos enfoques se nos hará reflexionar sobre la existencia de "algo", sin llegar a ponerle nombre.

La otra parte, que ocupa el mayor porcentaje de la obra, se centra en los denominados "resucitados", personas que estaban clínicamente muertas pero que son capaces de regresar del más allá. Incluso en esta parte podemos leer sobre el contacto entre seres vivos y fallecidos, evidentemente cercanos; así como el poder del alma.

Para esta segunda parte Miguel Pedrero se sirve de testimonios de los afectados, mediums, espiritistas e incluso de algún que otro médico que ha dedicado a investigar por su cuenta.

Esta parte es, sin duda, la que más llama la atención del lector y también la que puede ser más susceptible de credibilidad, por lo menos hasta que aparecen los testimonios de determinados profesionales.

Creer o no creer es cuestión de cada lector, que podrá sentirse identificado o no con algunas de las situaciones, asombrarse o mostrar un cierto grado de escepticismo ante lo que descubre; pero sin duda que todos agradecemos esa prosa ágil, fresca y cercana, así como ese halo de misterio que puede llegar a propiciar las dudas.

Lo que queda claro es que aún no está todo dicho sobre la existencia de Dios y del más allá; sin embargo, son bastantes las pruebas que demuestran la existencia de "algo" superior a nosotros.

Mila L. Castelo