Diabólicamente sexy

Opinión:

Como bien dice su título, una historia "diabólicamente" entretenida, con un sinfín de aventuras con el inframundo y el mundo terrenal de fondo, y personajes salidos del mismo infierno en convivencia ¿pacífica? con los vivos, con una única misión, evitar el apocalipsis, esto es, el fin del mundo puesto en peligro por un grupo sectario en su búsqueda de la inmortalidad.

Dos personajes principales: la terrenal Callie, una joven aficionada al ocultismo (fantasmas, brujas, gatos negros, gallinas blancas, etc.), con un grado en Historia, que se desenvuelve mal en ambientes con mucha gente y cuyo refugio son esas bibliotecas enormes donde perderse entre hileras de libros antiguos con lomos desgastados y letra diminuta. Luke, el joven demonio "Príncipe del infierno", hijo de Lucifer, que se nos presenta desde el infierno, ese lúgubre lugar con ríos de fuego y verjas de huesos y metal carbonizado que mantiene encerrados a los condenados y a las almas perdidas bajo un continuo eco de lamentos, y rodeado de todo tipo de criaturas infernales cuya única misión es divagar sobre los pactos demoníacos con los humanos a lo largo de sus "vidas" inmortales. Mientras que Callie estudia Historia y ayuda en el negocio familiar, la misión de Luke en la "vida" es la de viajar de vez en cuando a la Tierra para reclutar "almas inmortales", esto es, gente mala y depravada que vende su alma al diablo a cambio de conseguir algo nada bueno en la Tierra, con el fin de llevarlas al mayor de los tormentos del inframundo. Sin embargo, Luke no es un demonio al uso…, no trae almas descarriadas, es rubio, atractivo, guasón, vacilón, y no tiene cuernos ni alas, algo que deberían haberle salido de pequeño como al resto de los demonios. Con estas características peligra heredar el reino de su padre… 

Una vez hechas las presentaciones, la historia tiene un ritmo trepidante desde el mismo comienzo. El mundo real se mezclará con un mundo de sectas de culto, rituales para invocar al diablo, poderes satánicos, guardianes del bien y del mal, pasantes, sentidos extrasensoriales, tratos peligrosos, ángeles caídos, criaturas del infierno, elementos mágicos y un objetivo común a los buenos y los malos: conseguir la "lanza sagrada", la lanza que atravesó el corazón de Jesús clavado en la cruz, una leyenda, un arma con poderes que hasta el mismísimo Hitler quiso hacerse con ella. Sin saber cómo, Callie se ve envuelta en la sagrada obligación de luchar contra el mal y no dejar que los malos lleguen a encontrar la lanza. A partir de aquí, huidas, persecuciones con bajada a los infiernos, intercambio de almas con tal de salvar a la humanidad y apocalipsis incluido. Sin embargo, la lanza sagrada es un arma demasiado poderosa para que un humano pueda hacer buen uso de ella, ¿será recomendable que caiga en manos de Callie? o ¿sería mejor que quedara enterrada para siempre? De todos es conocido la capacidad del poder de corromper a las personas.

Y, en medio de tanta aventura, lo que más nos gusta. La relación entre la mortal Callie y el inmortal Luke cuando el demonio es invocado desde uno de esos rituales y Luke, que lo ve todo, se hace pasar por el ser invocado para tratar de no defraudar a su padre y llevarle las almas que le harían digno heredero del reino gris. Pero algo se tuerce porque no esperaba encontrarse con una fuerza gravitatoria que le atrae irremediablemente…, Callie, y con ella nuevas experiencias sensoriales inexistentes en su inframundo. ¡Peligro! Que se desvía de su objetivo… Pero Callie también se sentirá atraída por el "demonio cañón", y la química entre ellos será irresistible, solo que ella jugará en desventaja versus los poderes demoniacos de Luke que, concentrándose, puede conocer el interior de las personas. 

La aventura está asegurada hasta el final y conoceremos una curiosa y hasta creíble visión del infierno como el lugar en el que estaríamos rodeados de aquello que nos angustia o nos atormenta, de forma que cada uno lo vería de forma diferente. La característica peculiar del infierno es que se amolda de una manera muy específica y peculiar a cada uno de nosotros: "El infierno nos entiende mejor que nosotros mismos". Y un gobernador, Lucifer, que fomenta el mal, pero desea el bien, solo que no deja de decepcionarse con los comportamientos de los humanos, y esa decepción es lo que le lleva a hacer cosas pésimas.

El conflicto eterno entre el cielo y el infierno no es más que una especie de fuerza estabilizadora. 

PD: con este libro la autora debuta en la comedia romántica para adultos. Sin embargo, puede que el público más fiel a este tipo de aventuras sea el juvenil.

Belén Flores