Comida y basura

Opinión:

Todas las semanas ocurre lo mismo: René y Rosarito salen con su Citroën C15 de la casa que construyeron en un pequeño solar, y llegan a la plaza cargados con todo tipo de mercancías que desembarcan para vender, si hay suerte. Allí suelen encontrarse con los gitanos, peligrosos dueños del lugar, y también con otros conocidos como Rocío, una gitanilla que suscita una curiosa atracción ante los ojos avizores de René. Pero esto ocurre solo sábados y domingos, los días de mercadillo en la plaza mayor. Durante el resto de la semana, antes de pasar por el bar de Braulio, René se dedica a cazar todo tipo de animales salvajes: hormigas, lagartos, larvas de insectos, topos y palomas, entre muchos otros. Luego, en recuerdo de su aprendizaje junto a la monja sor Rufina, René y Rosarito elaboran deliciosos platos tradicionales que solo los paladares más selectos pueden apreciar.

Larvas de hormigas a la mantequilla, paella con topillos de la huerta, arroz con fardachos, pulmón a la chanfainita, guiso de rabitos de cerdo blanco... Estos son algunos de los muchos platos que Álex Prada incorpora a la gastronomía local en "Comida y basura", una especie de oda costumbrista a la pobreza y a la singularidad de la España profunda. El personaje principal, René, de leves rasgos picarescos, parece condicionar el mecanismo narrativo que el autor ha escogido: una especie de pastiche mediante el cual la narración ficcional se intercala con las mencionadas recetas y con pasajes de libros que René extrae de la biblioteca para sacer su curiosidad ante el inhóspito mundo. La novela se convierte así en un extraño puzzle en el que conviven la ficción, la gastronomía y retazos de información variada, como la utilidad del nitrógeno para la vida, el pensamiento de los jainitas o algún pasaje de los textos bíblicos.

Estos fragmentos bibliográficos funcionan como contrapunto narrativo y ayudan a matizar esa curiosidad tan característica de René. En cualquier caso, el auténtico valor de la novela está en los pasajes narrativos, construidos siempre desde la brevedad y la impresión, como estampas costumbristas. Mediante un estilo que recuerda a Valle-Inclán y a Delibes en muchos momentos, los breves capítulos de la novela se van poblando de personajes estrambóticos y casi tragicómicos con los que René se relaciona, a modo de mafioso, para conseguir sus ingredientes. "Comida y basura" parece una ruta sin destino: los lectores, como espectadores de una 'road movie', contemplamos las idas y venidas de René por esa España profunda que ha quedado desconectada de la modernidad.

Álex Prada ha sabido amaestrar su estilo lírico para construir una novela rústica que, a través de la gastronomía, reflexiona en torno a las costumbres arrinconadas de ese otro mundo que las ciudades se fuerzan a ignorar.

Darío Luque