Carolus

Opinión:

Carolina Molina nos ofrece una novela histórica fresca, divertida, llena de aventuras, con una pizca de romance, ambientada en el Madrid de Carlos III. Sin embargo, no es una novela histórica normal a la que los amantes de este género están acostumbrados pues aunque existe su intriga y su tensión está llena de una picardía, enredos y una ironía que no son propias de este género.

La llegada de Carlos III a Madrid supuso grandes cambios en la ciudad, y todos ellos para bien, con lo que la ciudad sumida en un auténtico caos, donde la inmundicia y el mal olor campaban a sus anchas comenzó a vislumbrar una mejoría que la llevaría a convertirse en lo que es hoy.

La trama principal no recae en Carlos III pero es lo suficientemente importante como para resaltarla. Así vemos como se rodea de ministros y colaboradores que son fieles a su ideal de Ilustración y con los que es capaz de entenderse y acometer grandes proyectos. Veremos como surgen la Puerta de Alcalá (a presión de la reina que quedó frustrada a su llegada con la antigua puerta), la Cibeles, el Jardín Botánico y otros monumentos deudores de este monarca, que la autora nos muestra afable, cercano y preocupado por mejorar la calidad de vida de sus súbditos.

Veremos en compañía del rey a Esquilache, Sabatini y otros personajes históricos que aparecen como secundarios de lujo en la trama. Como no podía ser de otra forma asistiremos de lleno al Motín de Esquilache y podremos comprobar como el rey ante situaciones sumamente delicadas sabe tomar decisiones complejas.

En cuanto a la trama principal cabe decir que se trata de una comedia romántica de enredos protagonizada por personajes de lo más dispares, totalmente ficticios.

Por la parte femenina nos encontramos con Marina, marquesa de Valdivieso, viuda, a quien le gusta disfrutar de la vida y de los hombres, cuanto más ricos mejor, caprichosa y dispuesta a conseguir lo que quiere; su conciencia está encarnada por Dorita, su dama de compañía y amiga, tranquila y casta, llegando a ser el contrapunto de su señora a quien deberá ayudar en más de una ocasión a salir de los líos en que los que esta se mete. Ambas tienen que acabar huyendo de Burgos.

Por la parte masculina tenemos a Lorenzo de Elvira, un dibujante granadino, formal y estudioso que está encantado con el hecho de poder viajar a Madrid y colaborar en los nuevos proyectos de Carlos III; su opuesto lo representa Gil, su criado, un experto en líos, enredos y cortejar a las mujeres. Ambos viajan de Granada a Madrid para hacerse un hueco.

No son los únicos personajes ficticios pero sí son los protagonistas principales y su combinación con los personajes reales que aparecen en la historia es perfecta.

Otro gran protagonista de la novela es Madrid. Las descripciones detalladas de la ciudad de siglo XVIII y la narración de los usos y costumbres de los lugareños consiguen transportarnos al lugar y  la época. Un Madrid revuelto reacio a los nuevos cambios pero gustoso cuando descubre lo bueno que son para todos.

La ingente labor de documentación de la autora se nota tanto en los hechos históricos que narra como en la descripción de la época y la visualización de la crispación política y social.

Estamos pues ante una novela amena, entretenida y que cautivará tanto por la claridad de su prosa, a pesar de estar adaptada a la época así como por su lenguaje y por la fluidez y la frescura del estilo, donde abunda la ironía y el desenfado, con bastantes notas de humor que conseguirán sacar más de una sonrisa al lector.

Una novela histórica inusual que conseguirá atraer a muchos lectores gracias a ese tono distendido. Y para aquellos que se muestren más recios debido al tono de la misma solo me resta decirles que le den una oportunidad. Siempre es grato sentir una brisa fresca entre la calma y la cotidianidad.

Mila L. Castelo