Anika entre libros

Verdadera vida

Ficha realizada por: Darío Luque
Verdadera vida

Título: Verdadera vida
Título Original: (Prawdziwe życie, 2019)
Autor: Adam Zagajewski
Editorial: Acantilado
Colección: El Acantilado


Copyright:

© 2019, Adam Zagajewski
© 2023, Xavier Farré Vidal (de la traducción)
© 2023, Quaderns Crema, S. A. (de esta edición)

Traducción: Xavier Farré Vidal
Edición: 1ª Edición: Marzo 2023
ISBN: 9788419036384
Tapa: Blanda
Etiquetas: amistad versos poesía viajes literatura ucraniana vejez madurez nostalgia reflexiones recuerdos
Nº de páginas: 80

Argumento:

Seis años después de "Asimetría" (2017) y casi cuatro años después de la excelente autobiografía intelectual que fue "Una leve exageración" (2019), la editorial Acantilado publica los poemas que escribió Adam Zagajewski en sus últimos años de vida.  Recogidos bajo el título de "Verdadera vida", estos poemas mantienen algunas de las características que definían la obra anterior del autor -como la importancia de la memoria o la revalorización de lo cotidiano, y también el patente valor autobiográfico de sus versos-. En cualquier caso, se aprecia especialmente en este libro una voz madura y serena, acomodada en una postura de meditación que le permite reflexionar sin dolor sobre el paso del tiempo, sobre la juventud y la vejez, sobre distintas figuras cruciales de la literatura y del arte, e incluso sobre personalidades contemporáneas que frecuentaron al poeta.

Galardonado con el Premio Princesa de Asturias de las Letras en 2017, Adam Zagajewski fue uno de los poetas más celebrados de su tiempo.

 

Opinión:

 

"La verdadera vida está en otro lugar, pero nosotros estamos aquí", escribió Emmanuel Lévinas. Con este epígrafe, que a tantos lectores nos recordará a aquel maravilloso título de Milan Kundera ("La vida está en otra parte"), Adam Zagajewski dio inicio a "Verdadera vida", su último libro de poemas, publicado en el mismo año de su muerte y traducido de manera póstuma al castellano. El libro, de brevedad similar al resto de sus poemarios, contiene apenas cincuenta composiciones en las que el poeta pasea su mirada reflexiva por todo tipo de escenas cotidianas, desde un jubilado parecido a Tolstói que pasea por los campos de Picardía hasta los vagabundeos del autor por distintos paisajes campestres, a menudo europeos, que despiertan en él un goce panteísta y traen al espacio del poema el viento fresco y tranquilo de Santiago de Compostela, o la calma ininterrumpible de una ciudad romana de provincias.

Sin llegar a proponer una poesía dinámica, como la que podría esperarse de una crónica de viajes versificada, Zagajewski nos acerca con delicadeza y parsimonia a distintos paisajes -españoles, italianos, turcos, incluso a Tierra Santa- en los que, lejos de centrarse en las maravillas que contemplan a menudo los turistas, encuentra el valor allí donde uno jamás lo habría esperado. Al visitar Santiago de Compostela, "la capital secreta de España", escribe: "La catedral son sólo piedras / las piedras no conocen el movimiento". Más claro es el Drohóbych, en Ucrania, donde una realidad oculta se sobrepone a la visión habitual del mundo: "Pero hay pueblos / en los que las sombras / son más auténticas / que las cosas". Y en una ciudad romana de provincias no puede evitar sentir la conexión con los habitantes milenarios de unas ruinas que parecen de otro planeta: "Es una ciudad barrida por los arqueólogos / ya no guarda ningún secreto".

En otras composiciones, en cambio, el poeta pone en juego esa compasión que había pregonado en los primeros versos del libro ("existo sólo la compasión, / siempre con retraso"). Así, por ejemplo, escribe hermosos poemas en torno a personas que frecuentaron de una u otra manera sus días, como el poeta Wicek Faber, fallecido bastante joven, y Ewa Demarczyk, que cantó algunos de sus versos "porque así es la inmortalidad, / señores míos, desconsiderada, indiferente / y no podemos hacer nada". También es igualmente memorable el poema que dedica a la traductora Miriam Chiaromonte tras su fallecimiento: "Teníamos la sensación / de que podría ser inmortal. / Por desgracia, no teníamos razón". A lo largo de los poemas reunidos en "Verdadera vida", Zagajewski recuerda también al poeta Andrzej Bursa, al pianista Alfred Cortot, a Emil Cioran y a otros amigos íntimos que apenas aparecen como nombres diseminados a lo largo de los versos, como Charlie y Catherine.

En cualquier caso, la tendencia del poeta a la meditación y a la contemplación facilitan también la presencia de otros personajes que, evocados con la misma naturaleza que sus contemporáneos, provienen de tiempos y tradiciones distintas: es el caso del poeta Basho, a quien Zagajewski describe en plena peregrinación; o también de pintores universales como Van Eyck, Rembrandt y Caravaggio, todos ellos presentes en estos poemas. De esta forma, tradición y autobiografía coinciden en las páginas de "Verdadera vida" y forman, en definitiva, un excelente testamento poético.

 

Darío Luque

 

 

 

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