La bondad de los malos sentimientos

Opinión:

Si como en la obra comparamos el grado de madurez de nuestra sociedad, y entendemos que la actual se encuentra en un grado de infantilismo, todo lo contrario de la sociedad de un pasado no tan lejano, un poco más adulta, nos invade la curiosidad de conocer cómo puede ocurrir, que tras años de estudio, de lo que nos hace creer el bombardeo de programas televisivos, de centenares de artículos en revistas divulgativas, como grupo social hemos padecido y sin duda hemos retrocedido sustancialmente varios pasos en el campo de las emociones.

Ocurre que como con la educación de los niños, que tras años de especulaciones y de correr contra reloj para saber quién tiene más razón, si el método de tal o cual reputado doctor o eminencia, terminamos dándonos de bruces contra metodologías y novedosas impresiones para reconocer al fin que en la mayoría de los casos no hay volumen ni consejo más válido que el de una abuela, volvemos así a los orígenes;  lo mismo ocurre con la eterna búsqueda de la felicidad.

El ensayo nos muestra cómo la crisis ha fomentado y provocado que emerjan con una fuerza sorprendente aquellos estados de los que precisamente huíamos en nuestra carrera a contrarreloj detrás del sueño de una sociedad de bienestar que en estos momentos nos muestra que no es más que una falacia.

Si queremos entender sentimientos dentro del contexto actual, la frustración y el fracaso, la envidia, la angustia, la agresividad, el aburrimiento, tenemos en nuestras manos una obra que restituye la imagen esteriotipada que hemos mantenido desde la infancia, prueba de que los sentimientos, sin reparo alguno, han de ser contextualizados.

En su conjunto es un ensayo bien estructurado, con explicaciones sencillas y argumentos válidos para comprender su significado. 

Saray Schaetzler