La aventura sin fin
Título: La aventura sin fin
Título Original: (la aventura sin fin, 2011)
Autor: T. S. Eliot
Editorial:
Lumen
Copyright:
© Valerie Eliot, 2011
© Ramdom House Mondadori, 2011
Traducción de Juan Antonio Montiel
1ª Edición: Noviembre 2011
Edición: 1ª Edición: Noviembre 2011
ISBN: 9788426419200
Tapa: Dura
Etiquetas: crítica literaria literatura poesía literatura inglesa ingleses ensayo recopilación
Nº de páginas: 592
Argumento:
Colección de diecinueve ensayos de crítica literaria escritos
entre 1919 y 1961. En ellos Eliot se enfrenta a autores como
Marlowe, Blake, Shakespeare, Milton, Byron, Baudelaire, Yeats, D.H.
Lawrence y Dante, al tiempo que reflexiona sobre la definición de
los clásicos, las relación entre religión y literatura y entre
poesía y drama, o su propia labor como crítico literario.
Opinión:
Decir que Thomas Stearn Eliot es uno de los tres
poetas más grandes del siglo XX (seguramente el más grande en
lengua inglesa) es una obviedad. Preguntarse por qué fue una de las
mentes más originales, intimidantes, abarcadoras, complejas,
feroces e iluminadas de su tiempo, una mente tan conservadora como
vanguardista (lo cual, sobre todo en la época en la que Eliot
comenzó a escribir, no tiene por qué ser una contradicción),
preguntarse, en resumen, cómo se configuró esa mente y alrededor de
qué preocupaciones, intereses y puntos de enfoque gravitaron sus
pensamientos resulta mucho más útil. Los 19 ensayos reunidos en
La aventura sin fin gracias a la
magnífica edición a cargo de Andre Jaume ofrecen
un punto de entrada en ese bosque de genialidad
chispeante.
El legado artístico de Eliot, al que muchos
consideran "señor y maestro de la modernidad", es polimorfo y
multigenérico. En tanto que crítico literario, Eliot puede
considerarse el padre de la escuela de corte formalista
posteriormente llamada new criticism, que nace como
reacción a la crítica georgiana (coincidente con el reino de Jorge
V que ascendió al trono en 1910). Ya en el Eliot temprano de los
ensayos sobre Marlowe, Blake y los poetas metafísicos con los que
se abre La aventura sin fin, encontramos
el énfasis en el close reading de los textos, en esa
lectura apegada a la página que prescinde de consideraciones
biográficas y generalidades históricas para desentrañar cómo las
palabras están ordenadas para crear sentido y hacer texto, una
forma de leer ésta que se convertiría en seña de identidad del
new criticism.
El ejemplo a mi ver más logrado y luminoso de esta manera de
entender y practicar la crítica se encuentra en el ensayo titulado
"Dante" (1929) en el que Eliot se zambulle en la tarea de intentar
explicar el sentido y cualidad de la imaginación del poeta
italiano. Para Eliot la imaginación de Dante era visual,
entendiéndose por esto que el poeta vivía en un mundo en el que los
hombres todavía eran capaces de tener visiones. Partiendo de este
argumento Eliot estudia minuciosamente la construcción de los
símiles y la ausencia reveladora de metáforas en esa gran metáfora
literaria que es la Divina Comedia.
Otros dos ensayos muy recomendables son "¿Qué es un clásico?"
(1944) y "Criticar al crítico". En el primero, Eliot se propone
enumerar las cualidades que se esperaría encontrar en un clásico (a
saber: la madurez, tanto del autor como de la literatura y la
sociedad en que trabaja, la perfección del estilo, una sensibilidad
no provinciana y una capacidad abarcadora), y explica por qué
considera a Virgilio come el gran ejemplo de clásico. En el segundo
ensayo, que bien puede leerse como un epílogo a todo el volumen,
Eliot parte de la sempiterna pregunta «¿Para qué sirve la crítica
literaria?» con la intención de interrogar su propia labor crítica.
En este ensayo muestra pudor (muy tímidamente, eso sí) por algunos
de los exabruptos juveniles que dejó plasmados en sus primeros
ensayos (como llamar al Hamlet de Shakespeare "un fracaso
artístico") y habla con vigor y lucidez de la crítica literaria
llevada a cabo por los propios poetas, bien hablando de la obra de
otros o de la suya propia.
En este último ensayo, Eliot también admite algo que Andre Jaume
desentraña a la perfección en su riguroso y contundente prefacio
titulado "El rey del bosque", en el que muestra cómo Eliot supeditó
la crítica literaria a su proyecto poético, convirtiéndola en "un
instrumento literario y político primordial" que puso a su servicio
para dibujar una estirpe literaria de la que él se consideraba
heredero directo. A través de los ensayos que componen
La aventura sin fin vemos, en efecto,
cómo Eliot traza una genealogía poética que hunde sus raíces en
Virgilo, desarrolla su tronco en Dante, continúa con los isabelinos
menores y se ramifica en los poetas metafísicos ingleses del siglo
XVII (Donne, Crashaw, Herbet y Marvell) y los simbolistas franceses
del XIX (Baudelaire, Verlaine, Mallarmé, Rimbaud y dos poetas
menores pero muy cercanos a Eliot como son Corbière y Laforgue). La
continuación lógica que Eliot pretendía es que los frutos de este
árbol los daría el propio autor de La tierra baldía y los
Cuatro cuartetos. Por supuesto, este proyecto es tan
apasionante como controvertido, y quizás lo que más interese en
estos ensayos sean las alusiones, ataques y ambivalencias cargadas
de tensión que Eliot dedica a los autores excluidos de ese árbol
poético que dibuja con tanto esmero. ¿Cómo es posible que
Shakespeare no sea considerado un clásico de la forma en la que
Eliot considera a Virgilio? ¿Por qué a Milton, autor de El
paraíso perdido, no le perdona la "artificiosidad de su
lenguaje? ¿De dónde nace el odio encarnizado que profesa a los
poetas románticos? ¿Cómo, y de qué manera, consuma el asesinato
freudiano de ese padre literario que fue Yeats?
Estas figuras vagan como espectros encadenados por las páginas de
La aventura sin fin y añaden capas de
complejidad a la labor crítica de Eliot, haciendo de la lectura de
los ensayos un ejercicio estimulante y exigente.
Héctor Pascual
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