El crimen de la niña Melchora

Opinión:

Este libro me llamó la atención desde el principio, tanto por la truculenta imagen de la portada, como por descubrir que el prólogo estaba firmado por Manuela Carmena, que aquí incide más en su aspecto de magistrada que en el de ex alcaldesa de Madrid, aunque sea este último el más conocido del público.

Respecto de la portada, referenciada en los créditos, se trata de una obra de 1896 del pintor finlandés Hugo Simberg, titulada Kuoleman puutarha (El jardín de la muerte), que aquí toma singular significado, como entrada a una historia que muestra la realidad popular de hace un siglo, pero que tampoco es que hayamos evolucionado mucho desde entonces.

El libro recoge lo que sería la crónica negra de los sucesos acaecidos en Cigales como consecuencia de la desaparición de la niña Melchora, atendiendo a las versiones de sus habitantes, a veces coincidentes, otras no. También se refiere a la valoración que han hecho siempre las gentes de sus convecinos, sobre todo de quienes son forasteros en cualquier lugar, que aquí podríamos hablar de la España profunda, pero me da que eso ocurre en todas partes, ni que sea en el interior, ni que sea en las periferias costeras.

Tras lo acontecido en el pueblo desde la desaparición hasta el descubrimiento de unos restos compatibles con la niña, llegan las investigaciones para encontrar los culpables, que culminan con el proceso judicial, que se muestra aquí con toda su crudeza, aunque con una narración que se centra en lo importante, aliviando al lector de los momentos farragosos, de manera que se puede seguir con facilidad.

Más allá de los hechos luctuosos, el texto es una crónica social de los comportamientos comunes de las gentes, de los que Jesús Duva ejerce como un experimentado periodista de sucesos, manteniendo la imparcialidad, intentando seguir los hechos sin entrar en valoraciones personales, dejando que sean los demás quienes pongan sus sesgos y sus palabras respecto a lo acontecido, siendo así el receptor de la voz de las gentes y de la justicia.

Tal como me ha parecido, "El crimen de la niña Melchora" es una buenísima crónica negra y social de unos hechos y de unos comportamientos, que por muy situados que estén a principios del siglo XX, podrían repetirse en cualquier momento, si no es que lo han hecho ya.

Selin