Viaje al país de los blancos

Opinión:

Un viaje a lo desconocido puede amilanar a cualquiera, sobre todo si eres muy joven... tan joven que sólo sabes de ti que has nacido un martes. A Ousman tuvieron que hacerle una radiografía en la muñeca para determinar su edad cuando llegó a "el país de los blancos" y empezar una nueva etapa en su vida.

Pero volvamos al principio... nada de lo que hizo Ousman de pequeño lo preparó para este gran salto. O tal vez sí, porque fue ampliando el círculo poco a poco, saliendo de su pueblo, en una zona muy pobre de Ghana, para trabajar en diversos trabajos -como aprendiz, viviendo en el taller de reparaciones, sustentándose de lo que le daban de comer ahí-, moviéndose en grupos de trabajadores... ¡con solo 12 años!

Sorprende al leerle, con ese ritmo tan inocente en su relato, describe su día a día con una sencillez abrumadora, vemos otro mundo tan radicalmente diferente al que vivimos. Nos relata cómo fue avanzando poco a poco hacia la madurez mental, pero aún seguía siendo un niño mientras iba atravesando el desierto, explotado en trabajos, engañado... tuvo la lucidez de hacerse querer por los poderosos, lo que le granjeó, tal vez, más oportunidades de sobrevivir que al resto. También su corta edad tuvo algo que ver... Pero esa, esa es otra historia.

Es que aquí se relata este periplo que duró cinco años, que vivió y sufrió el joven Umar, en primera persona, con un deje tan sincero sobre lo que vio en cada momento, una mirada de niño que se va haciendo un hombre a la fuerza. Aún así, las fotos del interior del libro nos grafican la vida del autor después de llegar a su personal paraíso, pues lo muestran sonriente y aún con la mirada transparente, a pesar de los horrores vividos. Agradecido. Vivaz. Lúcido. Resiliente.

Emprender un viaje sin saber cuál será el resultado, sobrevivir en el desierto (después de ser engañados y abandonados a su suerte...) o en el mar (una de las pateras naufragó nada más empezar), formar parte de grupos casi esclavizados de ilegales que desean salir de África, conocer la muerte de primera mano y estar pendiendo de un hilo durante cinco años, curtieron el cuerpo de Ousman a tal punto que ya nada le detuvo para convertir todo esto en algo bueno, porque la gratitud hacia los que le tendieron la mano se expresó en algo mucho más sólido.

Y más bien de eso trata también el libro, de lo que quedó de esta tremenda experiencia, que ir en pos de un sueño puede ser posible, pero para Ousman fue un paso definitivo, a sabiendas que ha sido casi un caso único, agradece la suerte que ha tenido -tanto en el viaje camino a Europa, como todo lo que logró en España-,  con la creación de una ong "NASCO Feeding Minds" con la que ayuda a otros jóvenes como lo fue él, creando ciber aulas desde su lugar de origen, para que nunca tengan la necesidad de salir del país y aumentar las listas de muertos en el desierto o en el mar.  

Resiliente. Agradecido. Pareciera que una luz no deja de iluminar esa tremenda sonrisa que se ve en las imágenes que nos entrega el libro. Un caso entre pocos, una vivencia dramática, pero que se convirtió en la base para lograr su sueño... viajar al país de los blancos.

Carol Inabé Barba