Una noche de invierno

Opinión:

El frío, ese elemento que a menudo nos invita a quedarnos en casa, protegidos, acunados por el crepitar de las llamas o por la suavidad de una manta. El frío, ese elemento cortante que lo aísla todo, que endurece la mirada y cubre de hielo hasta los lugares más acogedores. Ese frío es el protagonista doble de esta novela, pues aparece como marco para la tormenta de nieve que deja incomunicado a todo el mundo, y también como sombra, como ese lugar del pasado que se coló en la mente de Holly y en el cuerpo de Tatiana, cuya piel azulada parece hecha de esa misma nieve que cae esa mañana de Navidad. Un frío que se va colando por las rendijas de la casa y de la historia, provocando escalofríos tanto a los personajes como a los lectores, que sienten que algo extraño está pasando, pero sólo pueden intuir el qué.

Y es que desde el principio sabemos que hay algo extraño, algo oculto, pues es la misma Holly quien nos lo dice. Al despertar esa mañana, con la necesidad de escribir, nos dice que ha recordado que algo los siguió desde el orfanato de Siberia. Pero ¿qué? ¿Estamos ante una historia de fantasmas? ¿De vampiros? ¿O es algo simbólico? La respuesta a esa pregunta se encuentra al final de la historia, aunque se nos van dando pistas, pequeñas pinceladas del pasado y del presente que nos permiten comprender lo que está pasando por la cabeza de Holly y entre sus cuatro paredes.

Escrita con delicadeza, esta novela parece casi como un monólogo interno, una ventana a la mente de Holly, que va enlazando pensamientos y miedos, dejando que su imaginación y sus fantasmas personales vayan cogiendo fuerza, mientras, a su vez, debe luchar para comprender qué le pasa a Tatiana, su hija adolescente que parece dispuesta a hacerle pagar que esa mañana de Navidad se hayan quedado dormidos y todo parezca salir al revés. Durante casi todo el libro, el lector no sabe realmente si lo que ocurre está realmente pasando o es algo que está en la cabeza de Holly. Los gestos, los cambios de humor, las conversaciones a medias, las llamadas telefónicas… todo parece perfectamente normal, y a la vez está cubierto de una pátina inusual. Pero ¿por qué? ¿Es por ese algo que los siguió desde Rusia? ¿O hay algo más, algo que se oculta tras la telaraña de ese ir y venir por la cocina, intentando normalizar lo que es imposible normalizar?

"Una noche de invierno" nos muestra una espiral de locura que va in crescendo hasta llegar a un final que, aunque quizás no sea del todo sorprendente, sí que nos estremece y nos deja mirando por la ventana, por si a nosotros también nos pilla la nieve.

Inés Macpherson