Todos los veranos del mundo

Opinión:

Mónica Gutiérrez Artero, se ha consolidado como la escritora icónica de la corriente "feel good" en el mundo literario contemporáneo.

La autora, que saltó a la fama gracias a la "La librería del señor Livingstone", vuelve a adentrarnos en un universo lleno de buenas vibraciones, mensajes esperanzadores y grandes dosis de bienestar.

Rescatada del olvido, B de Bolsillo publica de nuevo "Todos los veranos del mundo", una novela ideal para el tiempo estival que anima al lector a descubrir la belleza de lo lento, de la naturaleza y de las relaciones, a pesar de no ser idílicas.

Con un prosa elegante, ligera, sencilla y dinámica caracterizada por bellísimos tintes poéticos, Mónica nos lleva dentro de una historia sencilla siempre acompañada de personajes carismáticos cuyas relaciones transmiten grandes valores de amistad, respeto, aceptación y superación.

A caballo entre novela romántica y drama familiar, la novela integra a la perfección elementos de ambos géneros que se presentan de un modo amable, no por ello reduciendo la complejidad o infravalorando los conflictos, al mismo tiempo que añade pequeñas notas de optimismo a partir de guiños sobre libros, personajes y autores inolvidables, incluyendo la participación de Eduardo Mendoza que se convierte en un personaje muy especial.

Las relaciones forjadas entre sus personajes son armoniosas y cálidas, llenando la novela de un fresco y conmovedor tono en donde se refleja, sin mucha pretensión, la vida sencilla de un grupo de personas que podríamos encontrar fácilmente en nuestro entorno más cercano.

Otro de los puntos destacables que nos regala esta historia es la atmósfera que envuelve la trama y poco a poco se convierte en un personaje más de la misma. El pueblo se Serralles se hace presente con su aroma a vendimia, a tardes de sol y a recuerdos de infancia, mientras que nos deleita imaginariamente con sus amplios parajes, sus pequeñas y recónditas calles, su encantadora plaza y sus entrañables gentes.

La trama mantiene un buen equilibrio entre la comedia, el romance y el drama tratando temas tan comunes y sensibles como las complejidades familiares, la soledad, el éxodo rural, la búsqueda de uno mismo, la superación personal, el duelo silencioso o las segundas oportunidades.

Sin duda, se trata de una novela acogedora que invita al lector a disfrutar al mismo tiempo que le hace reflexionar y mirar hacia atrás sin miedo, a sanar heridas antiguas y a recordar que nunca es tarde para cambiar de rumbo.

Luminosa y nostálgica, "Todos los veranos del mundo" es una lectura ideal para quienes buscan emociones suaves pero profundas, personajes entrañables y escenarios que reconfortan el alma.

Un refugio emocional para el lector, entre tazas de té, libros y conversaciones sinceras.

Marisa Costa