Shifer en el templo de los jaguares

Opinión:

"Shifer en el templo de los jaguares" empieza con dos tramas diferenciadas: por un lado, un empresario ve amenazada a su familia por alguien de su pasado, que quiere hacerse con su naviera para usarla en sus negocios ilegales; y por otro lado tenemos a un joven, hijo de la emperatriz de Amazón, que sin embargo tiene rasgos occidentales y al que le gusta superar nuevos retos. No tardaremos en descubrir cómo las tramas se cruzan no solo en el presente, sino también en el pasado.

La historia, de ritmo pausado, es fácil de seguir, aunque tiene cosas bastante enrevesadas para hacerlas encajar en el conjunto, y está narrada en un tono casi de cuento infantil. Aun estando ambientado en la actualidad y tener personajes de la vida moderna, la fantasía impregna sus páginas. Eso no es solo por esa ciudad riquísima e inaccesible salvo para unos pocos elegidos inocentes y puros de corazón, sino también por innumerables detalles de magia indígena que nos vamos encontrando a lo largo de la historia.

Los personajes cumplen papeles y funciones muy definidos: el chico ciego que ve más allá de lo visible, la mujer-niña de gran sabiduría, el joven noble pero con conflictos, la chica en apuros... Todos son bastante cercanos y, aunque no se profundiza en ellos más allá de sus antecedentes, también tienen sus aprendizajes y representan una serie de valores interesantes para los más jóvenes que quedan contrapuestos a los de unos antagonistas bastante prototípicos.

La parte del parkour extremo en la jungla no es demasiado extensa, porque la historia se centra en otras cosas, aunque sí que está muy presente porque tanto Antonio como el hermano de Bernardita y otro personaje lo practican, y además sirve como facilitador para algunas escenas. También sirve para acercar un poco la disciplina al lector, con un glosario de términos de parkour al final de la novela, junto con los de la lengua indígena.

Poco más puedo decir de esta aventura juvenil en la jungla sin destripar el libro, salvo que al final Marta Román se las arregla para hacer que todo encaje y cada uno reciba lo que merece, y que curiosamente la autora se inspira en su hijo Shifer para la narración.

Déborah F. Muñoz