Música entre las ramas

Opinión:

A principios de mayo de 2022 se entregaron los premios Edelvives, que se centran en la literatura infantil y juvenil y que consisten en 3 premios: el Ala Delta, el Alandar y el Premio de Ilustración. Ricardo Gómez, uno de los maestros de la literatura infantil y juvenil, recibió el XXXII Premio Ala Delta por su obra "Música entre las ramas". El jurado, compuesto por 6 personas, consideró que la obra representa un <<fascinante canto a la naturaleza que nos transporta a un mundo que creemos desconocido, pero cuya realidad nos afecta enormemente>>. Además, el jurado destaca su riqueza literaria, definiéndola como <<una novela llena de sutilezas, muy crítica y de gran actualidad. No tenemos duda de que conectará con los lectores y expondrá ante sus ojos los desastres ecológicos producidos por cierta manera de entender el progreso>>.

Inspirada en la novela de Richard Powers, El clamor de los bosques, (un autor recientemente reseñado en esta revista por su última publicación Descubierto), y también en un artículo sobre deforestación en el Congo, la idea brotó mientras escribía una colección de cuentos, como él mismo indicaba en la gala.

La novela es una breve historia de 177 páginas en cuyo epicentro están los bayakas, una tribu africana. Su vida en silencio y su amor hacia la naturaleza se verán interrumpidos por el sonido ensordecedor de las máquinas de los humanos blancos, que vienen a talar árboles. De todos los habitantes de los bayakas, Emeka es el único personaje de la historia. A través de 40 capítulos - breves, que no van más allá de las 8 páginas - el lector/a será testigo de la vida de los integrantes de la tribu. Si bien la sombra del humano que destruye la selva flota en el aire permanentemente, éste constituye una bruma que se percibe pero que no está físicamente ahí. Aparecen algunos elementos, como la lata que se lleva Emeka consigo por la música que puede generar, o sierras, pero la novela en sí se construye a través de los pensamientos, rutinas, acciones, momentos o celebraciones que son parte de la vida de la tribu. La religión también se hace presente y patente con el paso de las páginas, pues los bayakas acudirán a ellos cuando la desesperación empiece a aflorar en sus miradas. De un modo u otro, el narrador quiere enfocar la vida tranquila y pacífica de un grupo de personas que se ven afectadas de repente por otras personas que vienen a desterrarlos, en una lección de la vida sobre la solidaridad, el respeto y la necesidad de convivencia.

En ese sentido, la novela se olvida de darle narrativa y acción a la historia, convirtiéndola en una novela costumbrista que poco acaba teniendo que ver con el enemigo blanco y ruidoso. Como siempre, su autor, Ricardo Gómez, es un tipo inteligente que juega con la simbología (en este caso la dualidad ruido-silencio, plasmada en esa diferencia entre la tribu y los humanos blancos y ensalzada por el protagonismo de la lata que Emeka lleva consigo a todas partes), mas se olvida de dotar a la historia de algún aderezo que motive al lector/a a llegar al final. Se centra muchísimo en los sentimientos y en los pensamientos de la tribu, buscando una sinergia con el lector/a, que deberá empatizar con seres impotentes que se ven prácticamente desplazados de su hogar por seres destructivos. Sin embargo, estos seres nunca aparecen delante de los ojos de Emeka, lo que hace que la obra pierda cierta fuerza y emoción.

Las ilustraciones van a cargo de Christa Soriano. Residente en Barcelona, ella es ilustradora, con un interés por el naturalismo y con un estilo introspectivo. Sus imágenes están bastante presentes. Por lo general, ocupan un cuarto de página, si bien a veces copan 2 páginas enteras. Los dibujos son muy realistas, centrados en dar formas lineales a los objetos o árboles, con el uso de colores suaves, con un pequeño toque difuminado.

Ricardo Gómez (1954, Segovia) fue profesor de matemáticas antes de dedicarse plenamente a la literatura, a la que lleva dedicándose desde los años noventa del siglo pasado. Ha publicado infinidad de libros del mundo de la literatura infantil y juvenil, con una marcada crítica hacia la explotación de los derechos humanos. Aparte de la reciente consecución del Ala Delta 2021, ha ganado premios como el Premio Juan Rulfo-Unión Latina (1996), el Premio Ignacio Aldecoa de Cuento (1997 y 1998); Premio Alandar de Literatura Juvenil (2003), o el Premio de Literatura Infantil El Barco de Vapor (2006).

Christa Soriano (1987, Girona) inició sus pasos como traductora, pero lo abandonó por el dibujo, su actual pasión. Recibió una mención especial en el III Premio de Ilustración Edelvives.

Lectura a partir de los 10 años.

Cristià Serrano