Obra maestra

Opinión:

Ana Martínez de Aguilar, directora del Museo Reina Sofía, no se imaginaba que a principios de 2006 se encontraría con un problema peor que las tortuosas goteras que habían amenazado la preservación de un óleo de Juan Gris. Apenas unos meses antes, se enteró por el Registro de Obras de Arte del museo sobre la dificultad para recuperar una obra depositada en los almacenes de Macarrón, S.A., empresa de almacenaje de arte. La obra, "Equal-Parallel/Gernika-Bengasi" del escultor Richard Serra, era una mole de treinta y ocho toneladas de acero que, pese a sus dimensiones y a la necesidad de grúas y operarios para trasladarla, ahora había desaparecido por completo y nadie era capaz de dar explicaciones sobre su paradero. El asunto llegó pronto a manos de la Brigada de Patrimonio Histórico de la Policía Judicial, pero también acabó en manos de los periodistas, que no dudaron en convertir la desaparición de la obra en una noticia morbosa con facilidad para viralizarse a nivel mundial. El prestigio del Museo Reina Sofía estaba en juego, pero la situación no tenía una fácil solución.

En "Obra maestra", Juan Tallón emprende una investigación, a medio camino entre realidad y ficción, para desvelar los sucesos que condujeron a la desaparición de la obra de Richard Serra. Para ello, en vez de recurrir a los mecanismos de la novela de investigación o de la ya típica novela policíaca, Tallón opta por convertir al lector en el sagaz detective que, por medio de su recopilación de testimonios, habrá de hallar la verdad -si es que existe una verdad tras este asunto-.  Más de setenta personajes distintos relatan sus vivencias e impresiones relacionadas con la desaparición de la obra de arte: algunos, como el propio Richard Serra, el pintor Eduardo Arroyo o el escultor Juan Muñoz, se hallan relacionados estrechamente con el mundo del arte; otros, en cambio, proceden de la empresa de almacenaje que debía custodiar la obra, o forman parte del patronato del museo, o bien se sitúan en el kafkiano mundo de la burocracia -que, como se va desvelando a lo largo de los testimonios, mucho tuvo que ver con la pérdida de la escultura-.

Además, la novela incorpora la propia historia de su concepción, con referencias a la investigación que el autor llevó a cabo para recabar todos los datos y con alusión a las dificultades y ayudas que encontró durante el proceso de escritura. No en vano, "Obra maestra" esconde tras su contenido una importante labor detectivesca, como todo buen ensayo; sin embargo, Juan Tallón tiene la sagacidad de esconder ese esfuerzo titánico mediante un artefacto que oscila entre la realidad de lo investigado y la ficción de la escritura. El estilo y la propia disposición del texto facilitan la conversión de Richard Serra y de otros individuos reales (como el arquitecto Oriol Bohigas, el compositor Philip Glass o la exministra Ángeles González-Sinde) en personajes de una trepidante aventura de investigación. Al mismo tiempo, el propio novelista se convierte a sí mismo en personaje mediante un diálogo metanarrativo con otro escritor, César Aira, gracias al cual la novela entronca con una sólida tradición de experimentación literaria.

En "Obra maestra", además, Juan Tallón pone en práctico dos de los elementos más característicos de su obra narrativa: por un lado, un estilo elegante y cuidado, me atrevería a decir que de los mejores en la prosa castellana contemporánea. Por otro lado, desde el título y desde la portada se abre un debate en torno a los límites del arte moderno, poniendo en cuestionamiento la arbitrariedad de ciertas prácticas, como ocurre al considerar como original una copia de la escultura perdida. En su novelización del asunto, esta reflexión sobre el arte acaba extendiéndose a la literatura y, más en concreto, al propio artefacto que el lector tiene entre manos: una novela que abraza a la crónica mientras desafía a la ficción. 

Darío Luque