Las drogas en la guerra

Opinión:

Este espectacular ensayo nos introduce en la desconocida para el gran público relación entre guerras y drogas, pero desde el enfoque del uso deliberado por los mandos militares que comandaban las tropas en conflicto o destinadas a debilitar al enemigo.

Sin duda es bien conocida la trágica relación entre la comisión de hechos violentos y el consumo de drogas, legales o no, pero esta magna obra viene a llenar un vacío de conocimiento del uso institucionalizado de estas sustancias que alteran artificialmente el comportamiento humano. Kamienski no sólo demuestra un enciclopédico conocimiento de la historia de la guerra y de las drogas, sino que consigue atraparnos en una lectura fascinada por esta perspectiva hasta ahora muy poco conocida, gracias a una obra que sistematiza con numerosos datos y lúcidas interpretaciones diversos hechos históricos sin duda incómodos para quienes eran responsables de enviar a jóvenes a baños de sangre.

Como él mismo señala en el propio libro, lo ha enfocado en una triple vertiente: las drogas prescritas al personal militar y distribuidas por las propias autoridades, las drogas "autorrecetadas" por los propios combatientes en zonas oscuras de permisividad e ilegalidad, y finalmente las drogas como armas, como instrumentos bélicos psicoquímicos o de subversión.

Las adicciones, las alteraciones del comportamiento, la sedación, entre sus muchos efectos, forman parte de estrategias deliberadas de manipulación del cerebro humano, en este caso alineados con los intereses y objetivos que en todos los casos justifican o condicionan los acontecimientos bélicos.

Como apunta el autor en una de sus muchas inquietantes conclusiones, "la gran pasión de los gobiernos y las sociedades por controlar todos los aspectos de la vida humana ha tenido un efecto muy negativo sobre la capacidad de contención de los individuos y sobre los procesos de autorregulación, el más efectivo y poderoso de los mecanismos para reprimir la natural tendencia humana al placer".

Es evidente que hablar del uso institucionalizado, consentido, no perseguido, camuflado o promovido, son realidades del debate a menudo hipócrita que rodea al debate sobre el tráfico y consumo de drogas, más allá de las reconocidas como legales, es tocar un asunto incómodo, oscuro, sepultado por estrategias deliberadas de desinformación, porque se refieren a un uso que contradice los principios morales o sociales que dicen defender. Ese doblez intencionada en el uso de la ley, de los principios, del principio de legitimidad y autoridad, que nos emboca la pesada conciencia de estos hechos.

La drogas han formado parte de la toda la historia del ser humano, pero este libro nos aporta una fuente erudita, muy bien sistematizada, repleta de datos, sobre todo una eficaz y lúcida lectura del pasado, para conocer ese lado más oscuro de su uso por autoridades de los mismos gobiernos que perseguían su tráfico y consumo por la población civil, y también por supuesto el uso necesario de las virtudes de la farmacología para atender situaciones que el cerebro humano no procesa o gestiona con eficacia ante situaciones límite.

Una obra tan brillante como necesaria para ampliar nuestro conocimiento de la historia, pasando por las tropas napoleónicas en Egipto, las diversas guerras coloniales, la guerra de Corea o la de Vietnam o Afganistán, entre otras que forman parte de este formidable estudio de esa dimensión hasta ahora muy desconocida del recurso a la droga en el pavoroso escenario de la guerra.

Jorge Riet