La señora Potter no es exactamente Santa Claus

Opinión:

Laura Fernández (1981) es una narradora que tiene un gusto especial por las tramas y desarrollos vinculados al mundo anglosajón, con referencias variadas aunque firmes de autores como Douglas Adams, Stephen King, Evelyn Waugh o Stella Gibbons. Los propios títulos de sus libros revelan ese afán internacionalista que les comento: Connerland, Bienvenidos a Welcome, El show de Grossman…

Con "La señora Potter no es exactamente Santa Claus", nos presenta una historia en la que juega con la creación como motivo (entre otros muchos), y lo que esta puede ofrecer a la realidad. Puede ser una salvación y condena, refugio y problema para quien lo realiza. Elige como localidad una Kimberley Clark Wymouth imaginaria como epítome de lo estadounidense para contar esa historia que transcurre en un lugar aparentemente conquistado por el mal tiempo, y en el que Randal Peltzer abre una exitosa tienda de souvenirs que continuará su hijo Billy.  Los problemas comenzarán porque Billy un día decide que ya ha tenido suficiente con el tiempo vivido en esa especie de santuario de una autora excéntrica que eligió el pueblo como escenario de un éxito rotundo, y pretenderá marcharse del lugar. Otra cosa es que los habitantes de este curioso pueblo estén dispuestos a que eso ocurra.

La novela mantiene una trama compleja de rumores, intrigas, enredos y resultados inesperados, que gustará al lector que disfrute siendo sorprendido. Son muchas las historias que la obra alberga, no solamente por el número de páginas sino porque la autora se encuentra cómoda trabajando la densidad narrativa, en contraste continuo con la aparente ligereza de cuanto ocurre.

Su estilo es muy personal, único. Puede "emborrachar" con las salidas y entradas constantes de trama, pero desde luego es un despliegue de fantasía y músculo creativo valioso. La atmósfera del pueblo como ese lugar en el que el cotilleo, el rumor y la especulación es el día a día está bien trazado. Sabe crear un mundo especial, con sus propias reglas y usos, y hacértelo recorrer en cada recoveco, cada posibilidad, porque esa fantasía a la que aludo está vertida de una manera compleja, como un gran entramado de posibilidades. Algo que es muy del gusto de Laura Fernández es la posibilidad de hacer que la historia avance como en un tejido, organizando la información de manera cruzada y, muchas veces, casi superpuesta.

Los grandes temas del libro son los eternos, relativos a la maternidad y la creación, entendida además dicha maternidad como la creación con mayúsculas, pero sobre todo el valor del colectivo frente a lo individual. Qué somos de manera aislada y que nos aporta en el camino personal la comunidad a la que pertenecemos.

Rafael Ruiz Pleguezuelos