La baraja de plata

Opinión:

El humor que desprende Florián Falomir en sus novelas es perfecto para haberle regalado estas vacaciones en Cádiz, una ciudad con cierto punto de locura aportado por sus vientos y acorde a la tranquilidad con la que siempre afronta los casos. A ese carácter suyo de no querer meterse en nada y terminar metiéndose en medio de cualquier fregado sin que nadie le invite; sencillamente, porque el cuerpo se lo pide. Por eso no es de extrañar que nada más llegar para disfrutar de unos merecidos días de descanso le encontremos haciendo fotos, tomando medidas y buscando el pulso a una mujer de la que certifica que ha fallecido.

Presuntamente muerta por ahogamiento, pero sin muestras de algo que indique de qué manera ha llegado hasta la playa, el detective y el comisario provincial, Antonio Castillo, no pueden hacer otra cosa que especular con la propietaria de unos zapatos caros y una familia adinerada que ya estuvo hace años implicada en una desaparición. Falomir sigue investigando por su cuenta y colaborando tanto con la Policía como con la juez que lleva el caso.

Casilda López Manso, se une así a la lista que desde hace años incluye a varias chicas desaparecidas o asesinadas. Al encontrar en el domicilio de la víctima un naipe de plata, un rey de espadas, el comisario recuerda otro caso que sucedió una década atrás, dando lugar a la sospecha de estar ante un posible asesino en serie. A partir de aquí saltan las alarmas, se incrementan los interrogatorios y la investigación coge otro ritmo.

Diferentes elementos arquitectónicos de Cádiz entran en juego mostrando historias y leyendas, que transcurren en subterráneos junto al mar, antiguos conventos y catacumbas que están saliendo a la luz tras una serie de arreglos urbanísticos; unos datos, entre la cultura y el misterio, que aportan a la novela otro aliciente más para quedar atrapado en su lectura y querer descubrir al asesino.

Con el asunto del naipe la narración hace un punto y aparte para darnos una pequeña lección de historia, que al menos a mí ha conseguido abrirme el apetito; un episodio en el que conoceremos a la primogénita de Carlos IV y hermana de Fernando VII, Carlota de Borbón, reina de Portugal y pretendiente al trono de España durante la invasión de Napoleón.

Los inquilinos de un inmueble y varios personajes de una pequeña plaza se convierten con sus historias en el centro de atención de una trama que discurre entre los desatinos del comisario y el efectivo hilo del que va tirando, a veces sin pretenderlo, el detective.

El carisma de Flo da a la narración el punto de humor necesario para que esta sea ágil sin quitarle por ello el interés por cuanto está sucediendo, es más, logra separar la seriedad del caso al tiempo que nos va introduciendo en pequeñas subtramas donde por defecto de buen lector he incurrido en buscar sospechosos hasta debajo de las piedras que se están descubriendo con las obras.

La quinta entrega del detective Florián Falomir es una muestra de por qué los géneros literarios no están reñidos entre sí y que su unión suma; como en este caso, que además de la trama policial nos llevamos por delante un pedacito de historia, unos apuntes culturales de la ciudad de Cádiz y unas risas.

Porlomenix