Indiana

Opinión:

George Sand es posiblemente hoy una de las personalidades literarias más interesantes de las letras francesas, pues en ella convergen una clara noción de la estética romántica con una actitud sin duda irreverente para sus coetáneos. Tras separarse de su marido, Casimir Dudevant, Sand se instaló en París junto a sus hijos e inició una prolífica carrera de escritora en torno al tema de la infelicidad matrimonial, una de las preocupaciones más notables entre las mujeres de clase alta en el siglo XIX. Esta problemática se observa ya en algunas de sus novelas, como "Valentine" (1831), "Lélia" (1833) o "Indiana" (1832); esta última en concreto ha sido ahora reeditado por Seix Barral en una valiente colección que devuelve la autoría a las escritoras decimonónicas, y no a sus respectivos seudónimos masculinos.

"Indiana" cuenta la historia de una joven casada por conveniencia con el coronel Delmare, un hombre abusivo que considera a las mujeres egoístamente como poco más que una posesión. La escena con la que se abre la novela es ya sintomática de los acontecimientos que se desplegarán hasta su desenlace: la aparente calma y tranquilidad familiar se ve interrumpida por los ladridos juguetones de Ophélia, la perra de la familia. El coronel, sin embargo, ejerciendo su carácter autoritario, reprocha la presencia del animal en sus aposentos y se predispone a fustigarlo hasta la muerte, pero su esposa suplica clemencia por la vida de su mascota. Esta grotesca escena se ve interrumpida por la presencia de un hombre misterioso en las inmediaciones de la propiedad: se trata de Raymond de Ramière, un noble que suele encontrarse en secreto con Noun, la criada de Indiana. El descubrimiento de este hombre sobresalta a los habitantes de la casa y, en especial, al posesivo y controlador coronel Delmare, que dispara al señor de Ramière creyendo que se trata de un ladrón. Indiana es la encarga de curarlo y, desde entonces, será también la dueña de sus pasiones.

Vista así, la narración de "Indiana" no deja de presentar al típico triángulo amoroso que tantas novelas del siglo XIX ofrecieron a los lectores (por poner un par de ejemplos posteriores, se me ocurren "Madame Bovary" o "La Regenta"). No obstante, lo cierto es que el caso de Indiana es particular: hastiada de la violencia y la falta de cariño a la que su marido la somete, ella busca en otro hombre un vínculo más pasional, nacido del deseo a inspiración de las novelas que gusta leer. Pero lo que encuentra al huir de los brazos de su agresor no es el paraíso perdido: pese a las ensoñaciones de la protagonista, George Sand nos ofrece una turbia imagen de Raymond de Ramière, casi al nivel de un Don Juan como Don Álvaro Mesía. Noun, la criada a la que tantas promesas emotivas le había hecho, opta por suicidarse al ver que su amado la ha sustituido por otra mujer; luego oculta su papel en ese desenlace trágico de la criada, y lo utiliza para acercarse a Indiana.

Cada uno de los personajes masculinos (Raymond, el coronel Delmare y Ralph) aparece prolijamente descrito a partir de dos rasgos de su conducta: por un lado, su forma de tratar a las mujeres y su relación con ellas (manipulación, posesividad o fraternidad) y, por otro lado, sus ideas políticas y su forma de defenderlas (liberalismo, republicanismo, etc). En consonancia con esto, a lo largo de "Indiana" aparecen importantes alegados en torno al valor de la mujer y a la importancia de replantear su papel en una sociedad que la oprime, ya no solo en cuanto al matrimonio, sino también en cuanto a unas leyes sociales que le imponen lo que ha de hacer y sentir en cada momento, bajo la amenaza de resentir su honra y el honor de su marido.

Indiana es el personaje ideal para todos aquellos lectores que en algún momento se hayan visto seducidos por la impulsividad emocional de Emma Bovary, de Isidora Rufete o de Ana Ozores. Asimismo, en la prosa de George Sand hallarán un claro ejemplo de la buena pluma romántica, reacia en este caso a florituras y ornamentaciones vacías y, en cambio, preocupada por la recrear el mundo emocional de sus personajes con la mayor rigurosidad posible.

Darío Luque