En casa de los Templeton

Opinión:

"En casa de los Templeton" es la primera novela que leo de esta escritora australiana (ignoro si tiene más novelas publicadas en castellano) que al parecer tiene mucho éxito de ventas en su país con novelas de temática familiar. Me decanté por su lectura, para ser franca, porque me atrajo muchísimo la portada y porque el título prometía esconder muchos secretos tras la puerta de esa preciosa mansión; y los he encontrado, pero no del modo en que esperaba. Esto tampoco ha supuesto ninguna decepción, a lo sumo sorpresa, y es que los secretos carecen de ese toque misterioso a los que nos tienen acostumbrados este tipo de libros y resultan sorprendentemente reales, como la vida misma.

El libro, más que una saga familiar, es una novela de familia, lo que puede parecer una perogrullada, pero las sagas solemos entenderlas más como la historia de varias generaciones a lo largo de muchos años, mientras que esta novela abarca un periodo de tiempo relativamente breve y se circunscribe a unos personajes concretos que exceptuando algún secundario, aparecen desde el principio.

La protagonista del libro es Gracie, cuya enigmática historia abre la novela en un prólogo fechado en 2009 que nos narra brevemente su encuentro con Tom a su regreso a Templeton Hall, la mansión colonial que heredó su familia unos años atrás y en la que residieron durante un tiempo. El prólogo, que siembra la duda sobre la historia que hay detrás de Tom y Gracie, despierta la curiosidad del lector y será a través de los tres capítulos siguientes en que está estructurado el libro y que se retrotraen a 1993, mediante los que conoceremos qué ha pasado entre ellos hasta ese misterioso encuentro.

Ambientada en Australia e Inglaterra fundamentalmente, no se prodiga la autora en detalles ni en costumbres locales -probablemente por situarse en una época tan actual- por lo que, salvo en la primera parte del libro donde se describe con más pormenores la mansión, la novela muy bien podría estar situada en cualquier otro lugar geográfico.

Donde destaca este libro es sin duda en los personajes, bien construidos, llenos de matices realistas y de defectos que los hacen muy cercanos y reconocibles a ojos del lector, resultando muy fácil involucrarse en sus vidas. Particularmente interesante me ha resultado la hermana de Nina Donovan, la vecina de los Templeton, que teniendo poco protagonismo en la historia aporta con cada aparición mucha dosis de realismo y sensatez, compensando así la que le falta a su hermana. Hay otros personajes que aportan bastante diversión, como la tía Hope, aunque sea a costa de un grave problema, o la díscola Charlotte, un personaje divertidísimo por su socarronería sin límites. Otro matiz en el que se distancia el libro de otros de temática similar es en el protagonismo de los personajes masculinos, que no son de cartón piedra, sino que tienen mucha presencia e importancia en la historia.

Con un lenguaje actual, coloquial y hasta divertido, la narración es muy sencilla y amena y se alterna con el diálogo de forma equilibrada, excepto al inicio de la segunda parte, donde la autora, en un alarde de originalidad, rompe con esa estructura y narra varios años de la vida de las dos familias de forma epistolar y siempre desde el punto de vista de los Templeton, lo que siembra la duda en el lector sobre la veracidad de las epístolas, deseando que vuelva el ritmo regular de la narración para conocer de primera mano los hechos desde el punto de vista de la parte destinataria.

Como no podía ser de otro modo, hay una historia de amor por medio, que a mí personalmente tampoco me ha emocionado demasiado y en mi opinión, está más puesta al servicio de otros temas como pueden ser los engaños, las mentiras o las relaciones de amistad entre vecinos.

El libro se cierra con un epílogo donde se rematan todas las tramas y se desvela la situación actual de cada uno de los protagonistas, que en conjunto no está mal y que en algunos momentos es muy divertido (el desenlace respecto a Audrey es muy gracioso) pero que me ha parecido incoherente en el caso de Charlotte, al tomar un giro nada acorde con su trayectoria a lo largo de toda la novela, y demasiado rosa y precipitado en el caso de Eleanor.

Una novela entretenida y amena, idónea para pasar unas cuantas horas de pura evasión. 

Mar Gázquez