Comida de domingo

Opinión:

"El pasado tiene que probar constantemente su existencia. Lo que se ha olvidado y lo que no ha existido ocupan el mismo sitio", escribe José Luís Peixoto al inicio de "Comida de domingo". Darle un sitio a lo que ha ocurrido para que no se olvide es una de las tareas que cumple la literatura de no ficción, y para la cual no hace falta recurrir a géneros tan rígidos como la biografía o las memorias. El propio Peixoto lo demostró en "Autobiografía" (2020), una magnífica novela en la que asumió la voz del siempre admirado José Saramago. En este caso, sin embargo, el juego entre verdad y ficción no nace del propio autor, sino de un encargo: en 2019, tras haber rechazado otras propuestas para escribir sobre su vida, el empresario portugués Rui Nabeiro se puso en contacto con Peixoto para saber si se animaría a biografiarle. El autor de excelentes novelas, como "Te me moriste" (2004) o "Cementerio de pianos" (2007), rechazó la posibilidad de abordar una biografía, pero sí consideró oportuno utilizar el material biográfico que le ofrecía el empresario para urdir la trama de una novela sobre la memoria, sobre la propia vida, narrada desde la mirada de un hombre que en ese momento rozaba los noventa años. José Luís Peixoto y Rui Nabeiro empezaron a verse en septiembre de ese mismo año y, pese a las dificultades de la pandemia, mantuvieron encuentros regulares hasta el cierre de "Comida de domingo", una novela biográfica que es, a su vez, testimonio de la historia reciente de Portugal.

La novela, pese a lo que podría esperarse, está construida mediante la alternancia de capítulos breves, todos ellos centrados en estampas, en escenas estáticas con gran presencia de la sentimentalidad. Así, la historia se abre con la figura de Rui Nabeiro despertando, con ochenta y nueve, al lado de su mujer Alice, de quien insiste una y otra vez en la belleza de su nombre y en la confianza absoluta que comparten. La segunda escena, por contraste, nos traslada al inicio de todo: al humilde hogar en Campo Maior donde creció el futuro empresario, rodeado por dos hermanas y un hermano, con una madre siempre atenta y diligente, y un padre que falleció antes de tiempo. Poco a poco, en una crónica desordenada y confusa de los acontecimientos, asistimos a los momentos más importantes en la vida de tan singular personaje: el contrabando en la frontera entre Portugal y España, cuando ambos países debían enfrentarse a la escasez que imponían los regímenes dictatoriales; los sacrificios, los consejos y las reuniones que precedieron a la fundación de la empresa Delta, a la sazón convertida en una auténtica multinacional dedicada al negocio del café; el nacimiento de sus hijos, a menudo ensombrecido por el peso del trabajo; las responsabilidades que debió asumir como alcalde socialista de Campo Maior durante los veinte años de su mandato, etc.

Escenas tan significativas como la inauguración del puente sobre el Tajo en agosto de 1966 o la visita de Mário Soares y Felipe González a la cooperativa Progresso Campomaiorense antes de un mitin en Badajoz conviven a lo largo de la novela con escenas tan entrañables como las que protagoniza Alice, mujer y fiel acompañante del empresario, o como la enternecedora fiesta de cumpleaños hacia la que se encamina la narración, con la presencia de cuatro generaciones entregas por completo al recuerdo y al amor de la familia. Todo ello, además, viene acompañado por una prosa excelente, con tendencia a la introspección y al análisis psicológico. "Comida de domingo" es un ejemplo de la mejor narrativa contemporánea que se está escribiendo actualmente.

Darío Luque