Las llanuras del tránsito

Título: Las llanuras del tránsito
Título Original: (The Plains of Passage, 1990)
Autor: Jean M. Auel
Editorial:
Maeva
Colección: MaevaRed
Copyright:
© Jean M. Auel, 1990
© Maeva Ediciones, 2025
Ilustraciones: B/N
Edición: 1ª Edición: Mayo 2025
ISBN: 9788410260894
Tapa: Blanda
Etiquetas: familia aventuras naturaleza culturas feminismo ficción histórica supervivencia narrativa libros ilustrados literatura estadounidense novela prehistoria sagas tribus neandertales clanes mapas tradiciones cazadores antepasados identidad viaje
Nº de páginas: 936
Argumento:
Tras despedirse de los mamutoi y arreglar sus malentendidos, Ayla y Jondalar emprenden el gran viaje para regresar a las tierras de los zelandonii.
Acompañados de dos caballos y un lobo, se enfrentarán a grandes peligros, no solo de la Tierra y los ríos, sino también de otros poblados con los que se encuentran en su camino.
Opinión:
"Las llanuras del tránsito" es la cuarta entrega de la saga "Los hijos de la tierra", escritos por Jean M. Auel.
Las entregas anteriores son "El clan del oso cavernario", "El valle de los caballos" y "Los cazadores de mamuts", y es una historia que obviamente hay que leer en orden para poder comprender la historia y seguir la relación de los personajes.
Ediciones Maeva está reeditando esta exitosa serie en una nueva edición, actualizada y revisada. Además, visualmente va a quedar una colección muy bonita, ya que a cada entrega se les ha asignado un color, en orden serían: rojo, verde, morado y amarillo la actual. Pero todos ellos tienen un detalle en común, y es que cuentan con una filigrana plateada en cubierta, lomo y contracubierta que le da un aspecto muy llamativo y elegante.
"Las llanuras del tránsito" incluye, al igual que las anteriores entregas, un mapa, a doble página y en blanco y negro, en esta ocasión sobre la Europa Prehistórica durante la Edad de Hielo. En él, se han reflejado ciertos lugares de importancia en la novela, como el Mar de Berán, el campamento de verano o el curso del río de la Gran Madre o de la Hermana que nuestros protagonistas siguen. Me ha gustado mucho, ya que sirve para que el lector se haga una idea del impresionante viaje que Jondalar y Ayla realizan por regresar a casa y el motivo de que les lleve tanto tiempo. Además, se han incluido pequeñas ilustraciones de objetos prehistóricos y una pequeña información sobre ellos.
En "Los cazadores de mamuts", vimos como los pequeños malentendidos y el no hablar las cosas casi acaba con la relación de Ayla y Jondalar. Por suerte, no fue así, y juntos viajarán hacía las tierras de zelandonii. Jondalar siente la necesidad de regresar y de ver a su familia, su gente, y contar lo ocurrido con su hermano Thonolan. A pesar del dolor por dejar a los mamutoi, a los que considera su familia, Ayla siente que tiene que ir con Jondalar debido al amor que se profesan.
A lo largo de "Las llanuras del tránsito", acompañaremos a Ayla y a Jondalar en un largo, magnífico y peligroso viaje, lleno de aventuras.
Reconozco que algunas partes del viaje, sobre todo al principio, me han resultado algo densas de leer. La autora recupera escenas de los libros anteriores, pero para mi gusto, con demasiado detalle, ya que, por ejemplo, explica de nuevo de manera muy exhaustiva como está fabricado y cómo funciona el lanzavenablos que Jondalar ideó, y otras circunstancias similares, que desde mi punto de vista, no es necesario detallar tanto ya que es algo que hemos leído en las otras entregas.
De igual manera, Jean M. Auel también hace una magnífica descripción de los paisajes y los animales que van encontrando; y de cómo vivían, sus costumbres, apareamiento y demás. Aunque me ha resultado curioso, me encuentro de nuevo en el mismo brete, de que me han resultado algo densas y con la sensación de que la autora se ha recreado demasiado en ellas, sobre todo porque en esas partes el viaje de Ayla y Jondalar era de lo más tranquilo y me ha costado encontrarle el punto a la lectura.
Por suerte, poco después de ese sentimiento, la historia y el viaje empezó a coger ritmo y ya me enganchó completamente.
Sin olvidar que toda la saga de "Los hijos de la tierra" es ficción histórica, Jean M. Auel ha hecho un magnífico trabajo recreando cómo nuestros antepasados han podido vivir o han ido evolucionando a la hora de crear herramientas, armas, encender un fuego o aprovechar los recursos de la naturaleza para comer, sin obviar la caza y la pesca. Me ha gustado mucho también la parte en que Ayla hace de curandera con Roshario y cómo utiliza la corteza de haya a modo de "escayola". Son detalles muy bonitos y que ayudan a que el lector se sienta más parte de la historia imaginando así a sus antepasados, y quizá también les anime a buscar más información o visitar museos o cuevas rupestres que puedan tener cerca.
La aventura de Ayla y Jondalar nos hará sufrir por situaciones de lo más tensas, como cuando llega la riada; cuando tienen que cruzar el gran río con los rápidos y la situación se vuelve realmente complicada, tanto para ellos como para los caballos y Lobo; o cuando por culpa de la estampida de unos caballos, se separan y Jondalar es apresado.
Pero Ayla y Jondalar también nos enseñarán la importancia del trabajo en equipo, de confiar en este caso en tu pareja y del magnífico vínculo que se crea entre las personas y los animales, como Ayla con Whinney y Lobo. Un sentimiento no muy alejado del que hoy en día hay en una gran parte de la sociedad. Además, aunque Ayla y Jondalar utilizan a Whinney y Corredor para cabalgar, llevar en cestos y alforjas sus pertenencias o ayudarse de ellos para arrastrar cosas, también se preocupan por su bienestar, dejándoles descansar cuando es necesario o dándoles cuidados como cepillarlos y curarles.
En "Las llanuras del tránsito", la autora refleja de nuevo las diferencias entre tribus, como cuando se encuentran con el poblado de Attaroa. Aunque todas ellas tienen algo en común, y es la incredulidad de ver a Ayla y Jondalar acompañados por los caballos y el lobo. Para muchos, es mal augurio, o incluso piensan que son espíritus venidos del otro lado y por ese motivo se esconden y huyen de ellos. Ayla, curiosa por naturaleza, aprenderá a adaptarse a cada momento, aprovechando lo bueno para su enriquecimiento personal, para superarse y mejorar, pero también para sacarlos de un apuro en más de un momento.
Con cada nueva tribu que encuentra, a algunos de los cuales ya los conocimos en libros anteriores, Ayla nota la reticencia de la gente frente a "el Clan", o los "cabeza chata" como los llaman. Pero Ayla sabe ganarse el corazón de todos ellos y también les ayuda a ver que la gente no se define por pertenecer a un sitio u otro, ya que el Clan que crío a Ayla lo hizo y la quisieron a pesar de ser diferente a ellos. Como se suele decir, "el hábito no hace al monje", y no se puede juzgar a todos por la acción de una persona o unos pocos.
Pero a Ayla le queda la prueba más difícil, ser aceptada por los zelandonii, aunque para descubrirlo, tendremos que adentrarnos en la siguiente entrega.
Vane Gómez
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Comentario de los lectores:
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